Luego recorrido los Saltos del Moconá, una pequeña merienda para reponer energías y a realizar una pequeña caminata para asentar la comida, medio día, sol bien arriba y pegaba fuerte que se hacía sentir, por ello nuestra decisión fue el camino a la Gruta del Moconá, unos 800 metros con una desnivel hacia abajo, un sendero rodeado de árboles, arbustos y el canto de todo tipo de aves.
Tanta vegetación apenas si dejaba pasar los rayos del sol, lo que hacía algo ameno de realizar, con el guía informador, mi tío Federico iba comentándonos cada árbol que enfrentábamos, en esos metros una variedad increíble de especies, Loro Negro, Alecrín, María Preta, Tacumá, Guayubira, Cedro, Laurel, Escalera de Mono, Higuera, Caña Fistula y vaya a saber cuántos más que no nos dimos cuenta.
Un sendero muy bien cuidado para el acceso turístico nos llevó a la gruta, que cuyo arroyo que llegaba a él también era víctima de la sequía, sin casi agua, solo unas gotas de una vertiente cercana que caía entre las piedras.
El camino de regreso fue diferente, cuesta arriba se hizo sentir, un poco más lento y areció más extenso, pero con cuanto gusto lo hicimos, tanta naturaleza a nuestro alrededor, un verdadero paraíso.
EXCELENTES FOTOS!!!!!!!!BELLISIMO!
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