Es uno de los platos más representativos de la Argentina, un signo de identidad y, como tal, se merecía su Día Nacional del Asado. Porque el asado conforma, además, un ritual que no se agota en disfrutar de un buen trozo de carne cocida a las brasas. Incluye la tarea del asador de seleccionar los mejores cortes, preparar el fuego con maestría y compartir junto a la parrilla una buena picadita.
Y aunque sea la pasión de muchos que se juran grandes asadores, pocos saben por qué cada 11 de Octubre se celebra en Argentina el día Nacional del Asado.
El asado argentino es una rutina de unión que nació en tiempos de gauchos y facones, allá por el siglo XVIII. Mientras en la ciudad la cocina española atraía la atención, en el campo se veía el asado humilde del peón, el improvisado fuego del gaucho y las generosas parrillas de los estancieros: vacas con cuero, achuras crocantes, piezas ensartadas en la cruz.
Ya en el siglo XIX, saladeros y frigoríficos fueron acercando las reses a las zonas suburbanas. Y con ellas llegó el asado a la ciudad, se popularizó y sobrevivió a todas las moda foráneas hasta la actualidad. Sin embargo, no fue hasta el siglo XXI que este ritual tan autóctono tuvo su propio día para ser celebrado, un 11 de octubre.