domingo, 30 de abril de 2023

Apostoles de Hierro

 


Apostoles - Misiones








Fue establecida como una reducción jesuita en 1638, cuando el Padre Diego de Alfaro trasladó a este lugar el pueblo jesuítico ‘Natividad’ desde la Sierra del Tapé (territorio actualmente en Río Grande del Sur), bautizando a la población como Santos Apóstoles Pedro y Pablo. Luego de la expulsión de los jesuitas en 1767, el pueblo decayó. En 1818 se libró la batalla del comandante Andrés Guazurarí (popularmente llamado Andresito) contra los bandeirantes lusobrasileños, en 1825 las incursiones lusobrasileñas habían destruido a la ciudad despoblando casi por completo el territorio de la provincia de Misiones.

En 1897 llegan los primeros inmigrantes (principalmente polacos y ucranianos), procedentes del sudeste de Galitzia, territorio que actualmente se encuentra al sudeste de Polonia y al sudoeste de Ucrania, pero perteneciente en ese momento al Imperio austrohúngaro, los cuales repoblaron el territorio. En 1898 se crea la colonia nacional agrícola. En 1898 se erige el primer templo dedicado a Nuestra Señora de Częstochowa, la "Virgen Negra". En 1908 se crea el Consejo Municipal; y el 28 de noviembre de 1913 se crea oficialmente la Municipalidad de Apóstoles con la conformación del Primer Concejo Deliberante.


La reducción de Natividad de la Virgen de Araricá fue fundada en el año 1633 por el P. Diego de Alfaro en la región del Tapé, actual Estado de Río Grande del Sur, en el Brasil. Junto a las demás reducciones del Tapé se vio obligada a emigrar en 1638 como consecuencia de las invasiones bandeirantes. La reducción de Natividad de la Virgen se estableció a escasos kilómetros al norte del pueblo de San Javier, sitio en el que adoptó la denominación de reducción de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo.

En 1652 la reducción de Apóstoles se trasladó a su establecimiento definitivo, coincidente con el actual emplazamiento de la ciudad de Apóstoles. Sin embargo, la presencia de los jesuitas en la zona databa ya de algunos años antes. Fue precisamente el P. Roque González de Santa Cruz el primer jesuita en visitar la zona del actual Apóstoles, en un viaje de reconocimiento realizado en el año 1619. En esa oportunidad el P. Roque González había llegado hasta las orillas de arroyo Arecutay (actual arroyo Tunas). El área estaba habitada por una gran población guaraní, dirigida por un temerario cacique y hechicero llamado Cuaracipú. El P. Roque González logró cristianizar a este hechicero, y con él a toda la población guaraní de la zona, siendo este hecho uno de los precedentes que darían origen a la fundación de la reducción de Nuestra Señora de la Concepción de Ibitiracuá. En el histórico lugar de la conversión de Cuaracipú quedó erigida una capilla, la que se ubicaba en el mismo sitio en que hoy se erige la capilla San Nicolás de Las Tunas.

A partir del establecimiento definitivo de 1652 la jurisdicción territorial de Apóstoles se extendió desde la margen derecha del arroyo Tunas, hasta la margen izquierda del río Aguapeí, y desde este último lugar hasta la margen derecha del río Uruguay. Además tuvo jurisdicción sobre la estancia de Vira puytá, ubicada al sur del río Ibicuy, en el actual estado brasileño de Río Grande del Sur. Como podemos advertir, la jurisdicción territorial del pueblo de Apóstoles se extendía sobre todo un ámbito geográfico que en la actualidad es parte de la provincia de Corrientes. La elección del sitio señalado para el asentamiento definitivo de Apóstoles no fue casual. Tuvo una función geopolítica, que se mantendrá hasta fines del siglo xix y será fuente de conflictos cuando se implemente el plan de colonización agrícola minifundista: la función era controlar y ejercer soberanía sobre las extensas regiones ganaderas de la cuenca del Aguapeí que se hallaban en estado de fricción con las estancias de los hacendados de Corrientes. Allí la reducción de Apóstoles había logrado instalar excelentes estancias ganaderas. En lo que respecta al casco urbano de la reducción, se ubicó en una pequeña meseta de 173,67 m de altura. Esta ubicación condicionó el trazado urbano de la reducción, haciendo que la residencia y los talleres se ubicaran hacia la derecha del templo, mientras que las casas de los indígenas se concentraron en los sectores norte y oeste de la plaza. Urbanísticamente el pueblo poseía las características comunes a todas las fundaciones jesuíticas. El Inventario de 1768 (Brabo, 1872: 22) expresa que Apóstoles poseía setenta y cuatro hileras de casas, dos percheles grandes para depósito comunitario, dos galpones para hacer tejas y un horno para quemar tejas; un templo muy bien provisto de valiosas alhajas de plata, de tallas y esculturas, y un campanario con catorce campanas. En 1680 llegó a contener un máximo de 6.000 habitantes, pero en el año 1809 como consecuencia de la decadencia generalizada de las reducciones apenas contaba con 1484 habitantes.

Inmediato al trazado urbano de la reducción se extendían las chacras particulares (abambaé) de los indígenas y las estancias comunitarias (tupambé). La máxima expansión agrícola de la reducción de Apóstoles se produjo hacia el Norte y el Noreste, favorecida por los cursos de agua de los arroyos Yachimá-mirí (actual Cuñamanó) y Yachimá-guazú (actual Chancho). Las tierras de las zonas Oeste y Sur fueron aprovechadas a partir de la construcción de lagunas artificiales, las que además de agua posibilitaban la obtención de tarquín. En el entorno de la reducción se ubicaban también los yerbales hortenses del pueblo, las canteras y la fábrica de cerámicas. Las comunicaciones con las reducciones vecinas y con el ámbito territorial del poblado se hallaban establecidas con una importante red caminera troncal, la que a su vez poseía ramificaciones secundarias.

La toponimia de algunas de las estancias jesuíticas de Apóstoles ha perdurado hasta nuestros días, por ejemplo San Alonso, San Isidro, Santa Bárbara, Jesús, San Juan, San Lucas y San Antonio (Azara), entre otras tantas más. Los datos históricos permiten apreciar la pujanza que alcanzó la reducción jesuítica de Apóstoles. Económicamente era uno de los pueblos más estables y desarrollados, desde el momento que su excelente situación territorial le permitía el desarrollo equilibrado de las actividades agrícolas, ganaderas y artesanales. Una situación privilegiada de la que no gozaron la mayoría de los pueblos misioneros. El año 1767, con el decreto de expulsión de los jesuitas, marcó el comienzo de un proceso de desarticulación de toda esa organización. En el año 1801, como ya hemos mencionado, en Misiones se transformó en propietarios a un gran número de pobladores guaraníes, criollos y españoles (estos últimos, casados con mujeres guaraníes y habitantes de los pueblos). El pueblo de Apóstoles también participó en dicho plan de desarrollo agrícola ideado por el Marqués de Avilés, Virrey del Río de la Plata. Se entregaron en propiedad lotes agrícolas que daban fondo con los cursos de los actuales arroyos Tunas (Arecutaí), Chancho (Yachimá-guazú), Cuñamanó (Yachimá-mirí) y Chimiray (Chiminá), además de otros lotes que tenían como punto de referencia las importantes lagunas artificiales que existían en las zonas carentes de cursos naturales de agua. Simultáneamente se otorgaron en propiedad particular suertes de estancias, a partir de la subdivisión de algunas estancias comunitarias del pueblo ubicadas en cercanías del curso del Aguapey. El plan buscaba hacer resurgir el antiguo esplendor que había caracterizado a Apóstoles y a los demás pueblos misioneros.


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