San Virginio de
Glew y la Biblia
Hace unos años,
llegó una semilla a una maceta de mi balcón, lentamente fueron apareciendo unas
hojitas. Era un jacarandá.
Como en la
esquina, mi vecina tiene en su vereda, es seguro que algún pajarito o un viento
norte, trajo la semilla, varias decenas de metros hasta mi Hogar.
Mi vecina…
Virginia… mi árbol… lo bauticé Virginio.
Mi madre lo
descubrió, lo fuimos cuidando, regando. Hace un par de años lo trasplante en
mi jardín, a metros de mi huerta.
El año pasado,
recuerdan, las fotos que le hice a una de sus hojas luego de la tremenda
helada.
Hoy, fuerte sigue creciendo, lleno de Vida y Energía.
Hace unas semanas
reflexionaba, las iglesias están en cuarentena. No se las podrá visitar para
semana Santa y Pascuas. Aquel creyente, podrá tomar su biblia o libro sagrado
de otra religión que lo identifique y sentarse en un lugar de su casa a leer. O
simplemente, reflexionar sobre nuestros actos y pasos por esta Vida.
Quizá un árbol,
sea el lugar más sano y con mayor energía, que podamos encontrar en nuestros
hogares. Una creación de Dios, de la Madre Naturaleza, de la Pachamama… del
enfoque que le quieramos dar, de la Fe o el sentimiento que tengamos, según las
diversas religiones existentes o creencias que tengamos.
Felices Pascuas… Feliz Nuevo Día…
