Cargué un par de bananas, una manzana, media torta de ricota con pasas de uvas y mucha agua. La mochila con la cámara y el trípode, todo listo, una noche estrellada esplendida y fresca.
Llegando a Domselaar, un gato negro se me cruzó por delante de la camioneta.
Miro al este, el cielo y sus estrellas, ciertamente nunca las había fotografiado a ellas solas.
Las tres Marías y todas sus hermanitas.
Trípode y cámara montada sobre él, foco en una ellas, les pedí la mejor sonrisa e inmortalizadas en mis ojos y en la cámara.
Luego seguí conduciendo despacio y atento, algún nuevo regalo tendría.
La siguiente, una escena similar, pero deseaba experimentar, no solo el cielo estrellado, sino algo más, allí observando, a lo lejos veo acercarse un auto con sus luces altas, esa es la mía. Cuando cruce entre la cámara y las estrellas disparo, allí está el resultado.
Una estela de luces en la foto.
Luego, cuando regreso a casa, recuerdo al gato negro y puedo decir con total tranquilidad, me trajo suerte. Ustedes serán testigos de todos los gratos momentos que me tocó vivir desde ese día en futuras presentaciones.
