Estancia Jesuitica de Alta Gracia, Córdoba ( capítulo 1 )
La curiosidad lo llevó a
escudriñar en su contenido. La imagen de la Virgen de la Merced se descubría
frente a sus ojos. Con una mezcla de temor y devoción la llevó a su casa y
corrió en busca de un vecino para mostrarle su hallazgo. Sin embargo al volver
a su hogar, la nueva sorpresa era que la Virgen ya no estaba donde la había
dejado.
Es a principios del siglo XVIII cuando
arrieros que transportaban ganado hacia San Luis atan unos leños en forma de
cruz y los fijan en la tierra en homenaje a un compañero muerto por un rayo.
Desde ese hecho el sitio pasó a ser conocido como "Paso de la
Crucecita", "La Cruz del Río" y finalmente, como "La Cruz". Así lo recordaba
Doña Nieve Cejas …
De algunas décadas más tarde, a mediados del siglo XVIII, se
atribuye que Don Marcelo caminaba lento e inmerso en sus pensamientos mientras
el Río de la Cruz fluía cansino dejándole serenos sonidos que endulzaban sus
oídos. Cristalinas aguas, delicadas sombras de los sauzales, algún pájaro
jugueteando. Recapacitó en que, decididamente, la tarea de juntar leña lo ponía
bien, eran momentos que disfrutaba. Absorto estaba en sus menesteres cuando lo
sorprendió un "noque", un paquete de cuero enredado entre la resaca
del río.Aún dudando de los dichos de Don Marcelo, el incrédulo vecino aceptó acompañarlo al río de modo de conocer el sitio donde se había producido el descubrimiento. Paralizados quedaron los dos cuando la Virgen se presentaba frente a sus miradas en el mismo sitio, rodeada de la misma resaca, envuelta en el mismo "noque" de donde ya había sido una vez retirada.
Ambos partieron a caballo, con
urgencia, hasta la Estancia de San Ignacio de los Ejercicios, para asesorarse
con los Padres Jesuitas que allí se afincaban.
Ahora la Virgen tendría otro destino: las manos de
los Jesuítas del lugar.
Fueron ellos quienes, al recibirla, sugirieron construir una capilla en
el sitio del hallazgo. La humilde capilla de barro y paja, bajo su advocación,
cobró vida convirtiéndose en el centro de convergencia de las primeras
radicaciones.
La construcción se situó en el ángulo noroeste
de la actual plaza de La Cruz. Tenía solo 3,00 m por 3,00 m,
cimientos de piedra, paredes de adobe crudo, techo tradicional de paja y barro, con caída lateral al
sud, puerta al este y ventanita al norte. Dentro de este pequeño santuario,
cabía el cura, unas pocas personas y el resto debía permanecer afuera. Más de
treinta años pasaron, cuando los jesuitas enviaron al Padre Moreno, para que se
hiciera cargo de la feligresía.
Se habían construido, en
diagonal al actual trazado, una serie de pequeños ranchitos que eran usados en
los días de función, similares a los que existen en derredor de muchas capillas de la Provincia.
La Virgen de La Merced, había adquirido rango de verdadera Patrona,
instituyendo los jesuitas la celebración de las fiestas patronales en el
mes de septiembre, hecho éste, que se conserva hasta nuestros días.
El testamento hológrafo de
Doña Francisca Díaz de la Torre, redactado en el año 1748, es el documento más
antiguo que se ha encontrado. En el mismo se hace referencia al nombre
de "La Cruz" y la existencia de la
capilla de Nuestra Señora de la Merced:
“ … ynnomine Dei
Amen. Sepan quantos esta carta de mi testamento ques mi boluntad biesen
como yo Da. Francisca días de la Torre biuda creyendo como creo en la santisima
trinidad padre hijo y espíritu santo tres personas distintas y un solo dios
verdadero y en el misterio de la encarnación del verbo en las purísimas
entrañas de la sacratisima Virgen Maria nuestra señora y en todos los
demás misterios que tiene y cree nuestra santa madre iglesia católica
romana estando como estoi enferma en cama y temiendo morir porser coza natural
pero sí en mientero juisio qual de derecho serequiere ordeno y ago mi
testamento en la manera siguiente:
- Primeramente mando mi alma Adios que la crio y redimió con su purisima
sangre y el querpo Ala tierra de que fue formado y quiero sea sepultado en la
capilla dela Cruz Denuestra señora dela Merced y (…) A su mortaga elabito de
dicha rreligion de la Merced para ganar las grasias concedidas Alos que se
entierran con dicho Abito.
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