domingo, 17 de diciembre de 2017

Bigua

NOMBRE VULGAR: Biguá
NOMBRE CIENTÍFICO: Phalacrocorax olivaceus 
El Biguá es un ave solitaria de hábitos acuáticos con plumaje negruzco; oscuro.
Es frecuente verla volando sobre los lagos y ríos velozmente, al ras del agua con un vuelo recto y preciso; y de vez en cuando con la punta de las alas tocar la superficie.
Luego de sus zambullidas en busca de los alimentos que logra debajo del agua, es común verla con las alas desplegadas hacia el sol sobre alguna rama segura, para librarse de la humedad.
Largo del cuerpo : 64 a 75 cm y una envergadura alar de 100 cm
Peso: 1 a 1,5 kg;
Familia: Phalacrocoracidae
Colores: negro brillante


Su dieta consiste principalmente de peces pequeños, pero también come renacuajos, ranas e insectos acuáticos. Como el biguá no tiene grasa en las alas se las moja y para secarcelas se para en una rama y extiende sus alas.
Son monógamos y procrean en colonias. El nido es una plataforma de ramitas con una depresión en el centro rodeado con ramitas y gramillas. Ponen hasta cinco huevos azulados y blancos. Ambos sexos incuban durante aproximadamente 25–30 días, y ambos padres alimentan los jóvenes hasta alrededor de 11 semanas. A la duodécima semana los pichones son independientes. Tiene una camada de cría por año.

LEYENDA DEL MBIGUÁ O BIGUÁ
Entre los guaraníes se cuenta que Biguá era un indio fornido y esbelto que vivía feliz con su esposa llamada Yerutí, en una choza a orillas del río Miriñay.
Pero la belleza de la joven había despertado la codicia de Capiberá, quien aprovechando un día de ausencia del esposo, la raptó llevándosela atada en una piragua.
Perseguido por Biguá, fue alcanzado y muerto. Su desesperación no tuvo límites cuando vio que su compañera había desaparecido.
Buscóla por todas partes en el río, en la selva, pero sólo el eco devolvía el angustioso llamado. Vencido al fin se arrojó a las aguas del Miriñay porque sospechó que allí habría perecido la hermosa Yerutí.
Al poco tiempo vieron sus hermanos de la tribu que un ave de plumas negras volaba insistentemente sobre la choza en la que habían morado los desdichados amantes, se internaba en la selva y se arrojaba en el inquieto Miriñay.
Consultado el hechicero, dijo que era Mbiguá transformado en ave que seguía buscado a su dulce compañera.

El texto y datos son extraídos de diferentes páginas de Internet.


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