Esos potreros, cuando era chico, todos eran
potenciales canchas de futbol para los chicos del barrio.
Los recuerdo bien, cada uno jugaba con el nombre del
ídolo de su club de aquel entonces, éramos el “Bocha”, el “Beto”, el “Pato”, el
“Mariscal”, pero por supuesto luego
fuimos todos el “Diego”.
Hoy los pibes se ponen la camiseta de “Messi” o con la
modernidad y la comunicación cualquier ídolo del exterior como “Cristiano”.
Pero debemos admitir, los espacios ya son más
reducidos, son pocos los potreros en las grandes ciudades, en que se levanta
polvareda cuando empieza a rodar la pelota.
O cuando ella sale de los límites va a parar a la
huerta del vecino o le pegan a un auto que pasa por la calle.
Alguno de estos niños, jugará en algún club, la
mayoría serán héroes anónimos y cuando grandes recordarán sus proezas en los
picados, como los hacemos nosotros cuando nos reunimos con nuestros amigos.
En aquel entonces, era raro que un mayor nos retratara
con una cámara, por lo menos en nuestro barrio, hoy hasta ello cambió. Antes
pelotas de cuero puro cocidas a mano,
que cuando se pichaban había que descoser y emparchar. Hoy de cuerina,
multicolores, con escudos del Barcelona.
En aquel entonces en pata o con las viejas flecha o
pampero, muy pocos botines. Él que lo tenía era casi un semi Dios y era
considerado un jugador de grandes ligas.
Pasámela a mí, el gordito al arco, con cada gol cambio
de arquero, sin defensores, todos éramos delanteros, con el único orden de
correr todos detrás de la pelota.
Los fines de
semana aparecían los técnicos, alguno de nuestros padres, que organizaban un
partido con el equipo del otro barrio. Por supuesto, el hijo de él era el
capitán y jugaba siempre, por más que era un gran tronco.
Y cuando todo termina, nos agarraba la vieja, nos
metía en un fuentón y a lavarnos y sacarnos toda la tierra. Y ni que hablar si
el día previo había llovido, embarrado hasta las orejas.
A la noche, hablarán con sus padres recién llegados
del trabajo y comentarán sus grandes habilidades. Le dirán: hice una de Messi,
a lo que el padre le retrucará: decí que no viste jugar al Diego, él era mejor.
Sabemos, que es imposible comparar, quedará la gran duda de por vida. ¿quién
ganó el partido el día que el Diego enfrentó a Messi?
Diferentes los escenarios, iguales los sentimientos.
Todos detrás de una pelota, con un solo grito final … Gool ¡!!!!
-encantadora narración,acompañada con estupendas imágenes!!!! Genial amigo...imágenes y relatos que suman sentimientos!!!Me encantó!!!! Aplausosssssss
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