Una mañana de sol abrazador sobre el
Valle de la Luna estaban convocados para el súper-clásico de Bochas de la
Tierra.
Se enfrentaban Cañón de Talampaya
contra los Gusanos de Ischigualasto.
El público, temprano, fue llegando al
estadio natural que generaban las colinas del valle.
Todos eufóricos y gritando, se fueron
acomodando mientras levantaban cardones en sus garras como si fueran banderas.
Por un lado los herbívoros, por el
otro los carnívoros. Los jugadores estaban concentrados en sus respectivos
vestuarios escuchando la charla técnica. Cada uno planteando su estrategia de
juego.
La tribuna iba entrando en calor con
los saltos y los cánticos de los asistentes. Todos impacientes, esperaban la llegada
de los contendientes.
Los equipos fueron ingresando al
valle con sus garras afiladas y abriendo sus grandes bocas para mostrar los
fuertes y lustrosos dientes donde el sol se reflejaba.
Ya en el campo de juego, mostrando su
fuerza, fueron en la búsqueda de su bocha preferida. La que le permitiría
arrimar al bochín o con la cual bocharían y desarticularían una estrategia de
juego del rival.
Esto no fue nada sencillo, ya que las
discusiones y peleas comenzaron a darse. “Esta es mía, no esta es la tuya”.
Unos querían las más grandes, otras las acorde a su tamaño. Pero tranquilos… la
sangre no llegaría al río en ese momento.
En las tribunas no estuvieron ajenos
a estos gestos y muchos empezaron a blandir sus cardones como señal del
potencial que tenían entre sus garras.
Dio comienzo la contienda: Eoraptor
tiró el bochín y las discusiones comenzaron porque no había pasado la línea
media.
En la segunda oportunidad,
Herrerasaurus la pasó de la línea final. Algunos no lo toleraron y se tomaron con sus garras, pero no pasó a
mayores.
Ya con las reglas claras e impuestas
prosiguieron el juego.
Cada uno hizo su tiro. Algunos
bocharon, otros arrimaron. Algunos bochazos terminaron rajando las del rival,
cosa que generaba nuevos enfrentamientos personales y peleas.
Pasado el medio día, al sol sofocante
se le sumó un terrible viento Zonda que alteró un poco más los ánimos.
La gran discusión comenzó cuando dos
bochas quedaron a distancias similares del bochín. A simple vista, era
imposible determinar la ganadora.
En ese momento se implementó como
herramienta de medición el patrón pulgar, pie y brazo.
El clima encendido en la cancha fue
incrementándose ya que cada uno de ellos quería imponer su miembro como
herramienta de medida.
El Frenguellisaurus le decía a
Herrerasaurus: “Tus uñas son muy largas, eso no vale para medir”. Un Eoraptor
le respondía: “Tus pasos son muy largos”.
La violencia se trasladó a las
tribunas y como ya los cardones no eran suficientes como arma, fueron invadiendo el campo de juego y
agarrando las bochas para tirarles a la hinchada rival.
Este desmadre se generalizó y se
convirtió en una batalla campal, todos contra todos.
Al terminar el juego o la contienda,
como ustedes lo quieran titular, muchas peleas había de cada lado.
El resultado deportivo fue
anecdótico, por mucho tiempo se habló de los disturbios acaecidos.
Para el próximo enfrentamiento se
nombró un árbitro. Y en el siguiente se crearon las malas palabras, todas
destinadas al juez.
Pero así y todo, la violencia no
declinó y lentamente fueron desapareciendo uno a uno en tremendas batallas.
“Todo acontecimiento similar al futbol actual es
pura coincidencia”.
Genial la teoría de la desaparición de los dinosaurios que se tendría que repetir con los actuales hinchas bravas. Primo.
ResponderEliminarMuy buen cuento y muy bien contado! Deberías escribir! Que pases muy buen dia!!!
ResponderEliminarQué eres un gran fotógrafo lo sabía, que eres un gran narrador lo se ahora. Me ha encantado. Besooos
ResponderEliminarExcelente trabajo Ricky, una adaptación muy creativa y original!! Me encantó!!
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