Mi cuerpo debía reponer energía y me puse a comer algo que me había llevado preparado desde casa. Pero también mis cuatro patas de goma lo necesitaban y paré en una estación de servicio a llenar su tanque con combustible.
Estaciono mi auto en un lugar que no incomode a nadie y mi primera noche dormí en él allí, hermanándome un poco más con él, ya que mucho tiempo pasaríamos los próximos días juntos.
Eran como las diez y pegué el ojo, hasta que un común y tormentoso sueño me despertó. Mis tormentas siempre presentes, no solo en mí, sino también en el cielo, San Pedro había decidido mover los muebles y hacer un festival de fuegos naturales.
Rayos y truenos al norte, este viaje no los voy a retratar les dije, por más que se vistan de gala.
Me lavé la cara, desayuné unas frutas como a las 4 de la mañana y me puse en camino.
Las primeras luces del día, las tenía a mis espaldas, el sol también empujaba mi vehículo, que mejor energía natural que él.
Llegando a Villa Mercedes, la primera alerta se hace presente, no en todos lados se conseguía combustible. Por consiguiente, lo que siempre hago, cada 100 km parada obligada en cada pueblo que llego para reaprovisionarme, para estirar las piernas un poco y charlar con el estacionero.
A San Luis capital llegaba, sin ingresar a la ciudad, energía para ambos dije. Pero además consultar un poco que camino era el correcto que debía tomar para ir a Trapiche. Porque yo uso un GPS muy antiguo, que es el consultarle a la gente. Muchas veces me orientan bien, otras no, bueno, no todos nacemos sabiendo o le preguntamos a la persona correcta.
De una u otra manera, siempre es bueno, porque si me informan mal, el destino lo habrá querido para conocer algo diferente que no estaba en los planes. Aclaro, la mayor parte del viaje tuve suerte.
Me preparé un mate, tomé algunos, mientras charlaba y estiraba las piernas y lo dejé de compañía en el asiento para la próxima parada, fotográfica en el camino.
Ingresé en un valle, subidas, bajadas, muchas curvas, lo que me obligaba a estar atento y acostumbrarme a lo que en el futuro vendría, caminos más complicados de caminar.
A mí alrededor, maíz, soja, olivos, rodeaban una muy bella autovía puntana. Cada tanto una parada para retratar lo que estaba soñando despierto y a tomar un poco del brebaje que tenía de compañía. Siempre buscando el lugar indicado para la parada, pensando en mi seguridad y la del prójimo.
Deseando nuevas entregas, gran post y bellísimas fotografías, la segunda es más que bella. Abrazos.
ResponderEliminarTus fotos muy hermosas, querido Amigo. Las crónicas de tus viajes, que acompañan a las fotografías, son realmente buenas. Al leerlas da la sensación de recorrer iguales caminos. Te agradezco por estar siempre tan atento, por tu sensibilidad y generosidad. Gracias por compartir tus bellas experiencias de viajero. :)
ResponderEliminar