miércoles, 12 de noviembre de 2025

domingo, 9 de noviembre de 2025

Arroyo Villaguay y su Balneario

 


Arroyo  Villaguay y su Balneario


Río y arroyo acarician extensiones de arena y ambientes naturales permitiendo a la ciudad de Villaguay la inclusión de encantadores balnearios en su cartelera turística. Ubicada en el centro de Entre Ríos, distante de las privilegiadas costas del Paraná y el Uruguay, no resigna su atractivo estival, sino que acondiciona rincones naturales para el disfrute de lugareños y visitantes.

Villaguay ofrece a turistas y pobladores su bello y dispuesto Balneario Municipal de arroyo; al que se suman otros balnearios también cercanos a la ciudad, de condiciones naturales más agrestes, y aptos para los desafíos náuticos.


Balneario Municipal
Explayado sobre las márgenes del arroyo Villaguay, este amplio parque de 16 hectáreas ofrece la posibilidad de desarrollar numerosas actividades durante las cálidas jornadas de verano.
Como espacios recreativos- deportivos, pueden señalarse los natatorios; las canchas de paddle, básquet y voley; el campo de práctica de fútbol; y el infaltable tejo playero.
En temporada, la vegetación de este lugar, rica en especies autóctonas, le otorga un especial atractivo brindándose en verdes intensos y de agradable frescura.
Sus instalaciones han sido proyectadas para quienes disfrutan del camping, para lo cual cuenta con luz eléctrica, asadores, cantina, comedor, mini proveeduría, sanitarios, agua caliente en duchas.
Ubicado a sólo 2Km. del centro urbano.


Balneario Norte
Sector apartado y tranquilo donde la playa aparece enmarcada por áreas de tupida naturaleza, este balneario envuelve en su panorama al puente que cruza el arroyo Villaguay.
Se presenta en el mapa turístico local como un espacio de condiciones más agrestes, playa natural y espacios acuáticos aptos para la motonáutica.
Conocido también bajo el nombre de La Zoila, cuenta con comodidades para acampar y posee todos los servicios: sanitarios, luz eléctrica, cantina.
Se accede por la Ruta Nacional Nº 18, y se encuentra a 11Km. del centro de la ciudad.


Texto e información en 



Y más fotos en una publicación anterior en

jueves, 6 de noviembre de 2025

Iglesia Virgen Niña en Villa Elisa

 


Iglesia Virgen Niña en Villa Elisa


Entre Ríos 


La iglesia católica Virgen Niña de Villa Elisa, provincia de Entre Ríos, Argentina, formalmente llamada parroquia Natividad de Nuestra Señora fue fundada en 1890 por Héctor de Elía, apenas fundada la colonia y motivados por sus necesidades espirituales, los inmigrantes que comenzaban a poblarla en su mayoría católicos, decidieron emprender la construcción de un templo.

A este fin en mayo de 1891 se constituye una comisión integrada por vecinos de la zona, para recolectar fondos. La mayoría de los colonos aportó a la comisión 10 fanegas de trigo cada uno. Esta donación se entregaba a la administración de la colonia para convertirla en efectivo. El dinero se acumuló lentamente hasta que D. Héctor de Elía dio el impulso definitivo en mayo de 1893, donando ciento veinte mil ladrillos y comprometiéndose a pagar en tierras al constructor de la obra Dn. Pedro Sala el costo de la mano de obra.

En 1897 se finaliza el primer templo que todavía se conserva detrás del templo actual y está en proceso de recuperación. Ha sido declarado edificio histórico por la Municipalidad de Villa Elisa.


Desde 1897 fue capellanía de Villa Elisa, después de dieciséis años de existencia fue creada parroquia, por un decreto de Monseñor Abel Bazán y Bustos, el 19 de junio de 1913. Al dejar de ser capellanía se convirtió en el centro de la vida espiritual de una enorme zona.


La nueva Iglesia de Villa Elisa comenzó a ser construida en el mes de octubre de 1936, ya que se demandaba un lugar más espacioso para albergar la cantidad de fieles que asistían a las misas y que aumentaba día a día. La idea y planos fueron realizados por el Pbro. Jorge Schroeder, sacerdote que estuvo durante años a cargo de la Iglesia de Villa Elisa, y le dio un impulso espiritual duradero a toda zona. Schroeder fallece ni bien comienza la obra en 1936 y su cuerpo se halla sepultado a un costado del altar mayor.

Después de muchos contratiempos y esperas, se habilita el edificio para oficiar misas en 1942.

En 1985 se construyó la torre, culminándose en el año 2000 con la colocación de las "torrecitas" en el extremo superior y la pintura exterior. El estilo de la Iglesia es Neogótico Alemán.

Las pinturas interiores son modernas y rememoran imágenes del cristianismo. Fueron realizadas por el artista plástico y pintor santafesino Andrés Mirwald.


TEXTO de 

domingo, 2 de noviembre de 2025

Los Látidos de una Noche de Verano

 


Una noche cálida se va apoderando de nuestros cuerpos...
agotados de tanto viaje...
una última caminata, antes de cenar...
las luces de la ciudad y de la estación de ferrocarril...
son nuestras guías


costeando las vías...
por una vereda muy cuidada e iluminada...
nos acercamos a la estación...
unos pocos transeúntes cruzamos...
un cordial saludo intercambiamos


Los faroles alineados
parecen estrellas al alcance de nuestras manos
los bichitos de luz parecen estrellas fugaces...
a lo lejos alguna Radio replica un Chamamé
que se entremezcla con el canto de algún grillo


las vías del ferrocarril y las luces parecen 
que generan 3 líneas 
que se pierden en el horizonte lejano
 y unirse en la profundidad de la noche
o quizá sea de alguna locomotora que viene acercándose...



Los galpones con sus puertas y ventanas cerradas
vaya a saber que misterio o historia 
encierran en ellos...
quizá algún romance travieso de una joven pareja
o alguna lechuza campanario 
anidando en la cumbrera de madera dura


viernes, 31 de octubre de 2025

Pánico en la Noche de Brujas

 


El miedo se apodera de mí...
a cada paso que doy...
pero avanzo a paso firme...
atento a cualquier sorpresa que se me cruce por el camino...
o por el cielo volando...


la noche se cierra sobre mi...
alguna rama de árbol me toca...
como si fuera una mano que me quisiera atacar...
y me envuelve...
me aprisiona , me sofoca...
mi cámara me acompaña, me protege...
es mi arma...



viejas construcciones...
posan frente a mi...
que se esconderá en ellas?
la historia, el pasado?
o un futuro preocupante?
No importa, eso no me detendrá...


la niebla, la oscuridad, una vergonzosa Luna Llena...
son el clima que debo retratar...
con los cuales debo convivir...
pero no es mi problema...
es lo que busco...
investigar, descubrir, crear...


el miedo se disipó...
en casa ya me encuentro...
mostrando mis vivencias...
las vivencias de sus habitantes habituales de la zona...
para ellos es Natural, es su forma de vida...
para mí también !!!!!!!!!!!!




domingo, 19 de octubre de 2025

El Chajá volando en la Escondida

 

Es un ave natural de la zona del Rio de la Plata.

Es una zancuda de color gris claro y cuello largo que es fácilmente domesticable.

Dicen que dicen... que en una comunidad guaraní, cuyo cacique de nombre Aguará había sido un hombre valiente, pero el trascurso de muchos veranos lo habían acercado a su invierno, sus cabellos se habían puesto blanco, su espalda encorvada y sus fuerzas decaían cada vez más.

Aguará siempre había deseado tener un hijo varón, pero Tupác no le había concedido ese deseo.

Sin embargo, su única hija Taca colmó todas sus expectativas, la joven era muy hermosa, de fuerte carácter y espectacular figura, su tez morena era fina tersa, sus cabellos largos y negros como una noche sin estrellas le caían sobre su espalda.

Ella tenía un genio enérgico y decidido que intercalaba con charlas dulces y amenas. Todos en la comunidad le admiraban y su padre habíale pedido ayuda para guiar la tribu y administrar con justeza.


   Todos respetaban las decisiones que Taca resolvía bondadosamente.

Ella manejaba el arco y la flecha con destreza, era capaz de enfrentarse a cualquier peligro, siempre que fuera en beneficio de sus congéneres a los que escuchaba con amor, pero cuando era necesario arengaba y dirigía con destreza y bravura.

Ella estaba profundamente enamorada de un valiente cazador, Ará Ñaró, quien la había adiestrado en el arte de la cacería, Taca había aprendido tanto que ningún peligro del monte le importaba.

Por esos días la vida transcurría sin sobresaltos, pero como todo en la vida tiene sorpresas la aparición de un feroz jaguar trajo la desgracia al pueblo.

   Sucedió que en una mañana antes que el sol trepara en el horizonte, Carumbé, Pindó y Petig se internaron en el monte en busca de miel de lechiguana, de improviso fueron atacados por un enorme jaguar.

Tan ensimismados en la recolección estaban, que no se apercibieron de la llegada del animal que de pronto saltó sobre Petig y del primer zarpazo cayó muerto. Carumbé y Pindó no tuvieron otra opción para salvar sus vidas.

Al enterarse los miembros de la comunidad, consternados reunieron al consejo de ancianos.

Los hombres sabios, ante semejante amenaza, decidieron emprender la búsqueda del felino para darle muerte.

El cacique y Taca aprobaron la determinación e instaron a los jóvenes guerreros a realizar tal empresa, pero con disgusto y sorpresa ellos comprobaron que tan solo un joven, al que llamaban Pira-u estaba dispuesto a enfrentar tal peligro.


   Así fue como el valiente guerrero, luego de prepararse partió al amanecer.

Todos tenían fe en Pira-u y esperaban que pronto regresara el joven con la piel del animal. Sin embargo, los días corrían y el muchacho no volvía.

Días más tarde tuvieron noticias, el joven había sido sorprendido por el animal y ya no regresaría.

Taca estaba enfurecida e inmensamente triste, con premura reunió a la aldea y los conminó a ir en busca del depredador, pero nadie quería enfrentarse a la fiera.

Ella gritando les hizo saber que estaba avergonzada de pertenecer a una tribu de cobardes.

-Todos saben que Ará-Ñaró aún no regresa de la cacería, pero si él estuviese aquí, dijo Taca-, -Él iría sin dudas en busca del jaguar, pero si nadie ha de hacerse cargo de la defensa de nuestro pueblo, lo haré yo misma-.

   Su padre se mostró orgulloso y lleno de admiración por su primogénita, pero se negó a que ella emprendiera semejante empresa.

El adujo que, si bien su hija era digna de sus antepasados, debido a su edad, él ya no podría gobernar a su comunidad y les habló de sus achaque y viejas heridas, sin embargo, Taca refutó a su padre diciéndole que los dioses la acompañarían y que alguien tenía que poner fin a los desmanes que atravesaba la tribu.

Aguará no tuvo palabras para convencer a su hija y ella comenzó los preparativos, saldría esa misma tarde, antes del anochecer.

Cuando estaba todo listo para partir algo inusitado sucedió. Ara-Ñaró había regresado trayendo consigo pieles, plumas y un sin número de animales, producto del esfuerzo, después de tantos días de caza.

Sin duda el grupo fue recibido con vivas y vítores, Aguará y Taca encabezaban el grupo custodiado por un grupo de ancianos.

 Ará Ñaró obsequió a su amada con distintos presentes, el más preciado una bella plumita de Caburé.

Cada cual volvió a su maloca pero Aguará, Taca y Ará Ñaró departieron de los peligros que amenazaban a la comunidad.

El joven cazador no podía creer que nadie fuera capaz de afrontar los azotes del jaguar.

Aguará le explicó que el motivo de tal atroz temor era que todos creían en un enviado de Añá, imposible de vencer.

Ará Ñaró tomó la decisión de acompañar a su amada.

Ni bien los primeros rayos de luz se abrieron en el cielo, ambos jóvenes partieron ante la mirada del anciano, los impulsaba la juventud y la esperanza.

Durante todo el trayecto Taca animaba a Ará Ñaró diciéndole -¡Yahá!, ¡Yahá!-.

Cerca de un ñandubay hallaron las inconfundibles huellas de la fiera.

Ará Ñaró le ordenó a Taca guarecerse detrás de los matorrales cerca de un añoso árbol y fue al encuentro del felino, pero el animal apareció de la nada y se abalanzó sobre el muchacho.

El animal era fuerte y sumamente feroz y por más que el joven lo enfrentaba valientemente la lucha era desigual.

Taca, espantada desde su precario escondite observaba como el jaguar desgarraba el cuerpo de su amado, ella dio un grito y se abalanzo sobre el animal, pero pronto fue desbastada por el felino.

Todo fue en vano, ambos sucumbieron en el intento, junto al jaguar.


   Muchos días pasaron sin noticias de los jóvenes y con el transcurrir de las lunas los dieron por muertos.

El anciano enfermó de tristeza y al poco tiempo dejó esta vida. Taca, Ará Ñaró y el jaguar pagaron con su vida el heroísmo, que los llevó a la lucha de enfrentarse entre sí.

Todos estaban tristes, la pérdida de seres queridos les había afectado mucho, pero ahora librados del cruel enemigo, debían darle una sentida despedida a Aguará.

Para ello prepararon una urna de barro y en ella depositaron el cuerpo del cacique, sus prendas y provisiones para el viaje.

Al llevar la urna al lugar de descanso, sobrevolaron sobre los restos una pareja de aves, hasta ese momento desconocida gritando: - ¡Yahá!, ¡Yahá!-.

Todos reconocieron en ellos  a Taca y a Ará Ñaró que habían venido a despedirse del anciano, porque después de haberle dado muerte al jaguar, Tupá los convirtió en los guardianes encargados de vigilar y avisar ante cualquier peligro.

 Desde ese entonces los Chajá cumpliendo los designios de Tupá, nos adviertes ante cualquier amenaza dando el grito de ¡Yahá!, ¡Yahá!. 


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Muchas Gracias a SAG AB por esta bella Mención

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