Carlos Keen es una localidad de la Argentina situada en el partido de Luján, en la provincia de Buenos Aires.
Se trata de un poblado de pequeña extensión, con un casco urbano de entre 6 y 8 cuadras de largo por 2 a 4 de ancho. Según estimaciones locales, cuenta con aproximadamente 500 habitantes.[
Historia
El pueblo surgió de la construcción del ramal ferroviario Luján-Pergamino cuyas obras comenzaron en 1879. El tren era vital para poder sacar todos los productos de esa inmensa pampa, donde habían hecho eclosión chacras, estancias, puestos y cría de ganados. En esa época la actividad agrícola-ganadera florecía con base en la política que buscaba hacer de la Argentina “el granero del mundo”. Tres ilustres habitantes del lugar: Don Estanislao Rodríguez, Don Hilario Ávalos, y Don Estanislao Pacheco, cedieron 14 hectáreas que constituyeron el centro de esta localidad, cuya escena está aún hoy dominada por la estación del ferrocarril, centro de acopio de los productos a ser transportados.[2]
En la década del ´30 tuvo un vertiginoso crecimiento: existían muchos almacenes de ramos generales, tiendas, zapaterías, ferreterías, negocios de máquinas e instrumentos agrícolas, sastrerías, corralones, cocherías y caballerizos para alquilar. Lo que es más importante (y da realmente idea de la trascendencia que tenía Carlos Keen en la zona) es que allí había una sede del Registro Civil y un juez de Paz, pero diversas circunstancias, en especial el cierre de ramales ferroviarios, llevaron a paralizar ese constante desarrollo.[
El centro urbano se recuesta adjunto y alrededor del predio rectangular de la estación del FFCC y se extiende a sus cuatro lados, unas pocas cuadras más.
Sus principales arterias lo rodean y corren asfaltadas: dos largas en los laterales y dos cortas en las cabeceras con sus pasos a nivel y señales ferroviarias, una en cada cabecera.
Dentro el predio ferroviario se bifurcan tres vías adicionales a la única principal; aún persiste un galpón de carga y almacenamiento de cereales de los tres primitivos que existían.
Frente a la pintoresca y bella iglesia de San Carlos Borromeo, de principio del siglo pasado, se encuentra una pequeña plaza con algunos bancos y juegos, zona de deportes e instalaciones de la sociedad de fomento local con bufet y salón de festejos.
A su alrededor se ubica, además de la iglesia, la panadería, variados comercios, dos escuelas (una primaria y otra de enseñanza media técnica), la biblioteca y Comisión de Preservación y Tercera Edad (ubicada en la ex casa y oficina de correos), un puesto sanitario, algunas fábricas -de elaboración de dulce de leche una, y de fideos secos la otra-, el conjunto de viviendas y sus pobladores.
Diversas normas legales regulan mantener intacta la fisonomía original del pueblo. Como ejemplo se puede citar: prohibición de derrumbar o modificar edificaciones tradicionales, preservar las existentes, mantener alumbrado a bombillas de época, cartelería propia con diseño de imagen corporativa, etc. En el año 2007 la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos, mediante el Decreto Presidencial Nro. 513/ 2007, declaró "bien de interés histórico nacional", a un sector de la traza urbana del pueblo en reconocimiento de su calidad de poblado histórico.[4]
También aladeltismo y vuelos de bautismo se concretan en la escuela y centro de instrucción.
El pueblo de Carlos Keen también es receptor de muchos grupos de actividades diversas: caravanas de amigos de la bicicleta, de autos antiguos, clubes fotográficos, filmaciones cinematográficas y televisivas.
El mismo pueblo fue sede de la novela argentina, Vidas robadas. En la misma, el poblado tomó el nombre de Río Manso. Allí se filmaron importantes escenas.
Cuenta con 557 habitantes (Indec, 2010), lo que representa un incremento del 10% frente a los 506 habitantes (Indec, 2001) del censo anterior.









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