Mariposas y
serpientes en el estómago
Un día, un Muchachito de corazón vergonzoso y tímido se volvió a enamorar. Habían pasado muchos años
sin sentir ese maravilloso sentimiento, que hace que el corazón palpite más
fuerte y el cerebro se embriague.
Ella, una amable
mujer, con una gran sonrisa cautivadora. Con palabras cariñosas y afectuosas. Con
una silueta que hacía que el viento desee acariciarla y los rayos de Sol busquen
broncearla hasta en las noches de Luna llena.
Ese corazón de niño que llevaba en su interior venció la timidez y se acercó, se dejaba llevar. Pero la mente le ponía un
candado en su boca y no le permitía expresar sus sentimientos.
Él la veía inalcanzable,
sentía que el muro de su pasado se interponía entre Él y Ella.
Día a Día, fue derrumbando el muro, ladrillo por ladrillo. Había roto la cerradura que mantenía su boca muda.
Cuando la boca se
abrió, respiró profundamente y se le llenó su panza de mariposas multicolores.
Que no lo mantenían en reposo ni tranquilo, pero feliz por sentir ese aleteo
interior, que lo hacían sentir vivo.
Habló, pidió con vergüenza y respeto acercarse más a ella, compartir momentos, conocerse mejor, relacionarse. Esperando la respuesta de la bella mujer que iluminaba sus sueños, que tantas noches hizo que sus ojos parezcan un DOS de Oro.
La respuesta fue….
“Si…!!!”
Los ojos, como las de un Niño, se llenaron de lágrimas de felicidad, su viejo corazón se sentía feliz, lleno de vida.
Pero el “Si…!!!”
de ella fue malinterpretado por él. Ella tenía afectos y sentimientos de
amistad y no de ese Amor que buscaba el hombrecito.
El , se llenó
de vergüenza y miedo nuevamente. No sabía cómo disculparse ante ella por tal
tremendo error de interpretación.
En ese momento sintió
que la serpiente de Eva ingresaba en su estómago y se iba devorando una a una,
a esas mariposas que volaban en su interior.
La batalla duró varios días. No había medicación para calmar ese dolor. El mal de Amor, se hacía presente en el Muchacho de inmaduro corazón, una vez más. En el recuerdo, permanecen las cicatrices de esos días.
Él se convirtió en adulto, pero el corazón siguió solitario. Con la cabecita inmadura e ingenua para encontrar esas cálidas manos que se estrechen para recorrer los restantes metros del laberinto de la Vida.
Muy bello relato, cuanta emoción y sentimiento. Ya encontrará ese muchacho tierno un corazón que lata a la vez que el suyo.
ResponderEliminarConmoveedor, me encanto! Beso
ResponderEliminarQue buen relato!!! Cuantos sentimientos!
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