"La
Poppys y el Cacherito"
La Historia de un Hornerito y mi Perra
Una mañana, me asomo por la
ventana y veo andar a los saltitos a un hornero, buscando los granitos de arroz
que deja la perra. Nada diferente que lo que me ocurría días anteriores… con
palomas, chingolos, calandrias, zorzales, que también lo suelen hacer.
La gran particularidad, que
este hornerito, tenía una patita quebrada, la tenía colgando. Me causó un gran
dolor verlo así. Me preguntaba cómo podrá sobrevivir.
Al principio, un poco
arisco, debo admitir. Se acercaba cuando no estaba la perra y apenas me veía se
alejaba a los saltitos y luego volaba.
Una mañana, lo
escucho gritar muy fuerte, me sorprendí. No entendí el motivo. Luego con el
tiempo, hace ya unos 3 meses, lo extrañaba un poco, porque siempre venía. Otra
mañana escucho aquel mismo grito, me dije… Mi amigo el hornero, está
nuevamente. Pero para gran sorpresa, ya está sin la patita colgando, así como
ustedes lo pueden apreciar en la foto.
Cada vez más confianzudo. Se para a apenas un metro de mi puerta, sobre una pared de 70 cm de altura. De allí me llama.
Ahora, se para a
apenas un metro de la perra, cuando ella está comiendo. Cuando se mueve, él se
aleja un poco, no sabe bien la reacción de la perra. Cuando yo me pongo a
cortar pasto en el jardín, él se acerca a buscar algún bichito que queda al
descubierto.
Cuando le hice esta foto, él estaba parado sobre el quincho, me miraba lo más tranquilo, no le había realizado fotos con anterioridad, no lo quería perturbar.
Cuando le hice esta foto, él estaba parado sobre el quincho, me miraba lo más tranquilo, no le había realizado fotos con anterioridad, no lo quería perturbar.
Sabe muy bien, que yo
no lo molestaré. Me mira con toda la tranquilidad del mundo. Claro, yo tampoco
hago ningún gesto para molestarlo.
Debo admitir, en oportunidades, me dan ganas de abrazarlo con mis manitos. No lo haré físicamente, pero mi corazón lo desea.
Le quise poner un nombre y lo llamé “Cacherito”, porque yo de chico nombraba caseritos a los queridos horneros.
Hoy (8 de Agosto) a la mañana salgo al patio, luego de una noche de llovizna continua.
Cuando abro la puerta, veo salir volando a mi amiguito el Cacherito, pude observar, que durmió sobre un caño, debajo del alero.
Luego, al rato, le doy de comer a la Poppys, como todos los días. Ella comió y se tiró a dormir en el escalón de la entrada a la casa. Dejó arroz.
A media mañana, me asomo por la ventana de la puerta y observo que el Hornero, estaba parado en el primer escalón y la perra en el tercero.
Debo admitir, en oportunidades, me dan ganas de abrazarlo con mis manitos. No lo haré físicamente, pero mi corazón lo desea.
Le quise poner un nombre y lo llamé “Cacherito”, porque yo de chico nombraba caseritos a los queridos horneros.
Hoy (8 de Agosto) a la mañana salgo al patio, luego de una noche de llovizna continua.
Cuando abro la puerta, veo salir volando a mi amiguito el Cacherito, pude observar, que durmió sobre un caño, debajo del alero.
Luego, al rato, le doy de comer a la Poppys, como todos los días. Ella comió y se tiró a dormir en el escalón de la entrada a la casa. Dejó arroz.
A media mañana, me asomo por la ventana de la puerta y observo que el Hornero, estaba parado en el primer escalón y la perra en el tercero.
Ambos se miraban,
no se movían, se cobijaban de la leve garua reinante durante toda la mañana.
Con
mucho cuidado, para no alertar a nadie, principalmente a la perra, que cuando
escucha mis pasos del otro lado de la puerta, pone sus dos manotas en la
ventana y baja los escalones para mirarme desde el patio de frente.
Tampoco
quise incomodar a Cacherito, ya que cada vez que abro la ventana de vidrio,
vuela unos metros.
Busqué una escalerita, la arrimé cerca de la puerta,
sigilosamente subí. Sin abrir la ventana, a través del vidrio les hice una
serie de fotos.
Lo lindo hubiera sido fotografiar principalmente a la
Poppys de frente, pero sé que es un arte casi imposible. Además, una hubiera
salido corriendo, el otro volando.
No me queda otra, tendré que poner un gran espejo en el
quincho y tomar el reflejo de ellos en él.
Maravillosa historia Richy..abrazo.
ResponderEliminarMe gustó mucho esta historia con el hornero y la perra. Son las simples cosas las que llenan el alma , nos regalan momentos felices y relatos llenos de ternura. Gracias Ricky Kimmich por compartirlo no sólo en preciosas fotos, sino en el relato de esas vivencias. Bendiciones amigo, besos y abrazo de sol
ResponderEliminarCarmen Vargas
Oh! que hermosa historia! me llegó al alma, con pequeñas cosas se dice muchas más que con grandes discursos ¡y más interesantes, porque son verdades sin prensa! Todo lo demás se tergiversa, esto es una pequeña gran historia de vida ! felicitaciones a Ricky y a quien lo hizo público!
ResponderEliminarUna historia colmada de magia, de amor y ternura Ricky!! Me encantó!! Gracias por compartir esta dulce experiencia!!
ResponderEliminar¡Hola mi buen amigo! Linda historia.
ResponderEliminar¡Hay que hacer esas fotos!