Un Especial agradecimiento a la Señora Viviana, maestra de catequesis que me abrió las puertas, para realizar las fotos interiores.
Continuación de la Historia del pueblo del capítulo anterior.
Vale la pena recordar lo
escrito por el vecino don Francisco R. Patalagoity, destacado político y
productor agropecuario, que colocar el nombre a la estación ferroviaria no fue
cuestión menuda: “Era propósito de los donantes del lugar imponerle el nombre
de Martínez. No hemos podido establecer con precisión cual fue la razón por la
que predominó la disposición de imponerle General Rivas, en homenaje al
prestigioso militar, cuya biografía, por poco conocida estimamos habría de
difundirse” ( Es copia textual del artículo del Periódico “ SUIPACHA” del
28-10-1964). http://rickyglew.blogspot.com/2017/08/general-rivas.html
En el año 1926, el maestro
rural de la Escuela N° 3 de Rivas, señor Osvaldo A. Cecchi redactó una
monografía sobre el citado militar, que tuve oportunidad de leer, titulada
“Pagina de Historia”, gracias a la gentileza del señor Héctor J. Puricelli.
“Finalizada la presidencia de
Domingo Faustino Sarmiento, algunos de los militares vencidos en la batalla de
La Verde, son alojados por razones de espacio en el Cabildo de Mercedes”. Entre
ellos se encontraban el General Ignacio Rivas y los coroneles Charras, Murga y
Calvetti. Mientras que el General Bartolomé Mitre es derivado al Fuerte de
Luján. La sentencia de los tribunales militares fue muy dura, algunos de ellos
habían sido condenados a muerte, pero gracias al nuevo presidente don Nicolás
Avellaneda, que sucedía en el gobierno a Sarmiento, dictó un decreto de
indulto, que les perdonó la vida pero los mantuvo detenidos.
El General Ignacio Rivas había
sido trasladado a Mercedes por especial pedido de su hermana doña Rosario Rivas
de Cantero, residente en la ciudad desde hacía varios años, con la cual este
gallardo militar se visitaba muy asiduamente antes de ser preso y encausado por
la Justicia Militar, trabando en ese transcurso muchas y hondas amistades en la
sociedad mercedina
A propósito de estos detenidos,
don Pedro Barrancos con parientes en Suipacha, ya muy anciano contaba que en
las tardes de verano él y otros chiquillos, se aproximaban al Cabildo de
Mercedes para ver al General Rivas, porque era nada menos que el hombre que
venció a Calfucurá (o Calvucurá), temible lanza aborigen.
Se piensa que don Francisco
Alori de mucha ascendencia sobre los vecinos, luego del fallecimiento de Rivas,
acaecido el 8 de abril de 1880, cuando contaba con 63 años de edad,
propuso que se bautizara con su nombre a la estación de trenes de Buenos
Aires al Pacífico.
Por testimonios personales
transmitidos de generación en generación, conocemos que en el Rivas de antaño
se respetaba la costumbre invariable del saludo, todas las personas que se
encontraban en la calle se hacían un saludo de paso, unos con una simple
inclinación de cabeza y otros con “buenos días, tardes o noches” continuando
dicha práctica hasta nuestros días y constituyendo una manifestación de
fraternidad y cortesía.
Nosotros imaginamos que en la
hora de la siesta de verano, gran parte de la población dormía, las puertas se
cerraban sin llaves o se entornaban y las calles quedarían desiertas, lo único
que se vería serían los perros y algún desprevenido chiquilín.
En esos primeros tiempos
las casas se alinearían a lo largo de sus dos largas calles
paralelas a las vías del ferrocarril San Martín, distantes unas de las
otras y entre medio terreno baldíos. Los colchones de tierra que se formarían
en las calles serían habituales en época de seca y como el fango y los pantanos
en el invierno, que se convertirían en obstáculos difíciles de atravesar,
salvo que se usarán rastras tiradas por caballos, que no eran más que tablas
arrastradas para transportar personas y objetos. Pasaron muchos años para que
fueran pavimentadas, más de un antiguo vecino recordará que los políticos de
Suipacha prometían su construcción para obtener votos en épocas de elecciones.
Aún hoy se observan edificios antiguos que conservan sus fachadas originales,
otras han sido reformadas y las menos cambiadas totalmente. Hay una marcada
influencia italiana en las construcciones, paredes sin revocar y la
característica de un estilo de la época que se perpetúa con la construcción de
veredas de ladrillos. El inmueble del Hotel Rivas, es una construcción que
data aproximadamente de 1884, es fiel expresión del estilo de una época.
Las escenas y hechos que a
continuación son narrados, no guardan un orden cronológico, son solo
“reminiscencia” de un tiempo evocado que inexorablemente con el devenir de los
años se han ido borrando:
Entre los años cuarenta al
cincuenta, al llegar a la altura del almacén de ramos generales del señor
Ricardo Serri, el carrero detenía el regador, se secaba la frente y miraba,
después abría la canilla para el riego diario y comenzaba su recorrido
lentamente como siempre lo hacía, desde antes del mediodía, por el principio de
la calle larga, desde la cancha de pelota a paleta en dirección al destacamento
policial, cercano a la salida para el pueblo de Castilla, girando luego para
tomar la calle paralela, pasando por ante el frente de la Escuela N° 3
y la Delegación Municipal, y un poco antes de llegar al acceso del camino
para Mercedes retornaba en dirección a la cancha de paleta, repitiendo igual
recorrido por las tardes desde la entrada del sol. El carro que transportaba el
tanque de agua de unos mil litros, poseía dos ruedas grandes en la parte
trasera y dos más pequeñas adelante, con una vara y tirado por caballos, en el
pescante se acomodaba el negro Lovo (respetamos caligrafía) para guiarlo
durante el riego.
El alumbrado público fue
provisto a partir de la década del treinta en adelante por una cooperativa
eléctrica que ponía a funcionar todos los días sus motores Lister a
manija y durante su marcha despedían un humo negro. El servicio era limitado,
se prestaba algunas horas en la mañana y otras por las noches.
Siendo uno de sus encargados más conocido el señor Pérez, que tenía a su
gobierno el mantenimiento y cuidado de las instalaciones.
En los años cincuenta existió
una fonda regenteada por un señor de apellido Agosti y que tiempos más tarde
explotó don Echerri. El edificio, uno de los más antiguos contaba con una
cancha de bocha de bolas de madera..
La creación de cadenas de
emisoras instaladas en las principales ciudades del interior del país con sus
repetidoras a partir del año 1927, como Belgrano, Red Argentina de Emisoras
Splendid y Radio El Mundo, permitieron sintonizar las emisiones diarias de los
distintos capítulos de los radioteatros que figuraban en cartelera lo que
generó ídolos de inmediata repercusión.
Las compañías teatrales tenían
como norma que una vez que la obra estrenada adquiría popularidad fueran
representadas en los pueblos, acercando de esta manera a los actores con su
público oyente, que los seguían todos los días entre las 12 y las l5 horas por
las radios de Buenos Aires. Con relación al tema, existe un testimonio, vivía
en General Rivas un señor cuyo apellido nos reservamos por respeto, que
era muy apegado al radioteatro y a todo lo que se relacionase con él, la
cuestión central residía en que el susodicho gozaba de una risa muy contagiosa,
que se puso de manifiesto en ocasión en que se llevaba a cabo una función,
surgida por una situación cómica, la risa fue en incremento y contagió al
público, trasladándose a los actores, que debieron interrumpir la
representación, poniendo de esta forma a la vista el comportamiento sin doblez
ni malicia del hombre de campo.
La preparación previa era
todo un acontecimiento, conocida la fecha de poner en movimiento el arreo
y el número de reses, se hacía la selección de los novillos de buen aspecto, se
conchababan reseros que tuvieran enérgica voz para avivar el paso de los
vacunos y se designaba de común acuerdo quien de los hermanos haría de capataz,
del que colgaba el infaltable látigo de mango corto y lonja larga y
acompañado de uno que otro perro para que con sus ladridos ayudarán a contener
las bestias al menor intento de huida . Entre los preparativos, para pasar la
noche a campo abierto, se cargaban de galletas de campo para el mate y el
churrasco, eran redondas y grandes y se podían conservarse por un tiempo,
sin casi levadura, seguramente las comprarían en la panadería “El Porvenir” del
recordado Vicente Lanzavechia y luego a sus hijos Armando y Roberto
Lanzavechia.
Según nos contaba un de sus
protagonistas, en aquellos tiempos se tenía la preocupación de organizar arreos
de ganado por secciones que no ocuparán más de cincuenta metros de longitud del
camino, guardados debidamente por los reseros. Para trasladarse de un pueblo a
otro se debía pedir permiso a las autoridades de vialidad y dar cuenta a
la policía más próxima del lugar, de los daños causados por los animales a su
cuidado en los alambrados perimetrales exteriores de los campos y molestias
ocasionados involuntariamente en la vía pública.
Durante la travesía, se preveía
para la tropa de novillos, paradas para darles de beber y de vez en
cuando, durante la marcha, eran estimulados a viva voz de manera que andarán
sin detenerse. Si la noche los tomaba a cielo abierto, buscaban un callejón sin
salida para encerrar los novillos y los dejaban al cuidado de uno o dos hombres
con sus inseparables perros guardianes que comprenden a los reseros.
Más de un vecino, recordarán
los arreos de la familia, al verlos cruzar por las calles del
pueblo y al capataz trajinar de un punto a otro, para que todo saliera bien
haciendo oír su voz para conducir la vacada.
Pasando al tema comercial, les
contamos que había instalados dos comercios que llamarían la atención hoy
en día, uno perteneciente a la empresa de José Modesto Arzamendi y Cía,
conocido como Pochocho, que se dedicaba a fabricar ponchos encerados, trajes y
capas impermeables a la lluvia, vendiendo su producción en los negocios de
Suipacha, Espora, Rawson, Tuyutí entre otros y que tenían una gran demanda
entre los tamberos. En esta fábrica se preparaba el lienzo con una sustancia
impermeable, como si fuera hule, impenetrable al agua o a fluidos.
En el otro almacén de la firma
Garbarini Hermanos existió un anexo para destilar bebidas, obtenidas en forma
artesanal, destinadas directamente al consumo de sus clientes, utilizaban
aparatos aptos, como alambiques y filtros para la destilación o rectificación
del alcohol.
En cuanto a la división
política de Suipacha, la localidad de General Rivas cuenta con una Delegación
Municipal cuyos titulares son designados por el Intendente Municipal, en quien
delega por resolución expresa, el ejercicio de las facultades propias de las
secretarias, según la competencia que a ellas corresponda.
Siendo Delegado el señor
Jerónimo Rebagliatti, el 16 de agosto de 1941 y Comisionado Municipal el
escribano Esteban Iribarne (4/41 al 10/41), se habilitó el actual paseo público
( Plaza ), en terreno donado por la señorita María del S. Juliano. El busto al
general San Martín ubicado en el centro del mismo, constituye el punto de
reunión, en donde se celebran los actos más importantes, en su entorno tiene
asiento la Delegación Municipal. Fueron padrinos del acontecimiento el señor
José Modesto Arzamendi y la donante del terreno señorita Juliano.
Durante el año 1963 se inició
la construcción del edificio que ocupa el destacamento policial en terreno
donado por Armando y Roberto Lanzavechia, era delegado por aquel entonces don
Julio G. Patalagoity, secretario don Enrique A. Ilarraz y encargado
de la dotación policial el sargento de policía don Santiago Lobos.
Las fiestas patronales desde
antaño constituyeron una de las recreaciones anuales de mayor significación,
donde el vecino participaba activamente en su organización a través de
comisiones creadas al efecto, luego del izamiento del pabellón nacional, de oír
la misa y de participar los fieles de la procesión, el acto más esperado era el
pic-nic en el establecimiento de Antonio Russi, cuya casona, como fondo, daba
un toque señorial a la fiesta patronal en conmemoración de San Roque de
Montpellier, santo francés, que se celebra todos los l6 de agosto de cada año
En cuanto a la producción de
los derivados de la leche en los establecimientos lácteos de las estancias “El
Cóndor” de Hijos de Isidoro Grillo y “La Negra “de Angel Rossi, ésta última en
el cuartel V, existía por aquellos tiempos, a la salida para Suipacha, al
lado de la estación, en una fracción de terreno arrendada al ferrocarril,
la empresa Beti Aurrera S.R.L, que era una planta de recepción,
higienización y enfriamiento de la leche, que llegó a operar en el año 1960 con
un volumen diario de 28000 a 30000 litros, que se remitían en camiones con
termos -de color amarillo- a la sede central ubicada en el pueblo de Suipacha.
En el año 1949, a la
inauguración de la Sala de Primeros Auxilios, que comenzó a funcionar en un
inmuebles cedido por los señores Lanzavechia Hnos, concurrió el Ministro de
Salud Pública de la provincia, doctor Carlos Alberto Bocalandro, oportunidad en
que el Dr. Antonio Baroni, a la sazón Intendente Municipal, pone a cargo de la
dirección de la sala al destacado médico mercedino Dr. Julio César Gioscio.
Era común entre los
propietarios de los almacenes de ramos generales de Rivas como en el resto de
los pueblos vecinos, entre ellos incluimos los de Garbarini Hnos, Enrique
García y Cía y Casa Arzamendi, que se disputaran la clientela ofreciendo
la “yapa” con la intención de atraer clientes y generar recursos. Quien no
recuerda siendo niño, haber recibido de manos de algunos de estos
almaceneros un regalo o premio en caramelos, chupetines o los más
jóvenes unos gramos más de yerba, azúcar o de fideos para regocijo de las
madres que ahorraban religiosamente cada moneda.
Para concluir, opinamos que las
localidades pequeñas como General Rivas, en los tiempos actuales que se viven,
es un oasis de paz en medio de los grandes tumultos que ofrecen ciudades más
desarrolladas y agregamos que puede actuar como polarizadora de la economía
agropecuaria de su región, claro esta que para transformarse necesita del
estímulo de políticas públicas apropiadas en los eslabones principales de
cadenas agro-industriales.
El desafío planteado consiste
en elaborar bienes de mayor valor agregado que sean comercializados con
rentabilidad. Es necesario que desde las esferas del gobierno se planifique en
forma abarcativa su crecimiento futuro, debiendo preservar y respetar la
historia cultural y la identidad de su gente.
BIBLIOGRAFIA:
La Conquista del Desierto –
Capítulo IX – Juan Carlos Walter – EUDEBA – 1980
Apuntes para la Historia del
Partido y Ciudad de Suipacha – A. Testa Díaz -1974
Historia Popular Argentina –
Tomos II y IV – C. Editor A. Latina – 1982
“Página de Historia” por
Osvaldo Cecchi – Ex-maestro Escuela 3 – año 1929- Gentileza del señor Héctor J.
Puricelli.
Reflexiones y Datos para una
Estrategia de Desarrollo – Fernando Tauber y otros –Municipio de Suipacha 2005.
Mi agradecimiento a la familia
de Abel Mejías. Suipacha – 2005.
Gobierno de la ciudad y crisis
en la Argentina – Hilda Herzer – Pedro Pérez –Compiladores – E. Latinoamericana
– 1era. Edición 1988.
Rivas: Una cita del sosiego, la
esperanza y el trabajo por Francisco R. Patalagoity, artículo publicado en el
periódico Suipacha en edición especial en octubre de 1964.
Sangre en las esquinas y romances de la Guardia de Raúl Ortelli
y Albor Húngaro-Mercedes. Talleres Gráficos Columbia – Año 1970.
Bellisimo relato y trabajo fotográfico, Cuantas historias y vivencias, que gracias a la fotografia no quedan en el olvido!!!
ResponderEliminarHermoso relato de la historia de General Rivas mi pueblo natal Bellas las fotos gracias !
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