Si la paredes hablaran

 Hace más de un año cuando la visité la última vez, estaba la idea de demoler este antiguo galpón, creía que no lo volvería a ver de pie. 

 Aquella vez, en el viaje de regreso me carcomía el cerebro el hecho de que no le había realizado tomas interiores. 
Me decía, me lo perdí y yo que documenta cada paso que hace, porque no lo hice.

En este viaje, voy acercándome a la Casa de mis abuelos, ya imaginando un nuevo escenario. 
No era así, el galpón seguía e pie, firme, esperando con las puertas y ventanas abiertas para cobijarme una vez más.

 Al cuarto día, estaba invitado para almorzar con mis tíos, una gran lluvia refrescaba mis ideas. Lo único que podía hacer es fotografiarlo, no estaba para salir al monte de paseo.

 Mientras esperaba el Pacú frito que cocinaba mi Primo, me dije manos a la obra.
Pregunté si se podía subir por la escalera de madera, por un tema de seguridad.
Lo hice con sumo cuidado.

 Primero la parte inferior, luego ascendí.
Cada escena que capturaba tenía vida propia, estaban llenas de recuerdo míos de la infancia. Donde jugaba y corría por esos lugares.

 Pero allí también están los recuerdos de mi bis abuelo, de mi abuelo y por supuesto de mi querido Viejo y mis tíos.
Desde el año '30 cumplió muchas funciones, pero la principal.

 La de brindar ese calor de Hogar, esa Vida familiar.
Deposito de herramientas y granos. Pero también recuerdo un día de Reyes, de calor abrazador, que lo usamos para jugar un Truco.

 Estas dos escenas finales son de otro galpón, no tan viejo como el anterior, pero con el mismo valor sentimental. 
Pertenece a mi tío al cual visité para su cumpleaños '80.

Allí, esa bella mañana, los rayos de sol junto al humo del fogón se fusionaban y me regalaron una escena maravillosa, para llevarme en el corazón por el resto de mi Vida.

Estas fotos y texto son dedicadas a toda la Familia de mi Padre, por acompañarlo a Él y por abrirme las puertas de sus Hogares cada vez que regreso a Montecarlo Misiones.