El llanto del regreso

Tomo rumbo Sur, por la Ruta 1, saliendo de Merlo y recorriendo los diferentes pueblos que el camino me conducía.
Ya era avanzada la tarde y a mi derecha tenía las Sierras Grandes, límite entre San Luis y Córdoba, pero a mi frente se iba levantando otro paredón.

 Este paredón no era de piedras y tierra, sino de agua. Tremendas y oscuras nubes, y alguno que otro rayo a lo lejos. Hacía allí iba, atento a todo lo que sucedía. Disfrutando ese escenario y de vez en cuando haciéndole unas fotos a este tremendo espectáculo.

En principio, solo nubes oscuras, pero de repente empecé a observar que a lo lejos descendía una gran cortina de agua. No me amedrentó, seguí.
Unos segundo de descanso, unas fotos para el recuerdo. El piloto firme, tanto el de conductor, como el del auto que me protegería contra la lluvia.

 Mi llegada a San Luis había sido bajo agua, principalmente unos kilómetros antes de ingresar a la provincia. Parecía que la despedida no iba a ser diferente.
Por suerte, el viaje fue sin agua, pero si con otro gran show de fuegos artificiales cuando ingresé a la provincia de Córdoba.

 Rayos hacia lo que sería las sierras chicas. La tormenta se alejaba, ya había llovido horas antes por donde el camino me conducía hacia el Sur.

Fueron solo lagrimas por mi partida de San Luis, la provincia comenzó a extrañarme, ella me estaba diciendo, “regresa en una próxima oportunidad”