Una mañana Don Tomas Alcaraz marchó al borde cercano de su extenso campo buscando un algarrobo corpulento para cortar escogida madera, sus fornidos brazos dan fuerza inusitada al golpe del hacha en el grueso tronco.
Santa una astilla dejando al descubierto una cavidad interior y en ella un crucifijo resguardado en esa urna vegetal. Quién sabe por cuanto tiempo, pues en la zona no hay memoria de que alguien lo perdiera o escondiera en la incipiente cavidad de un árbol en crecimiento.
Este es el primer milagro del Santo Cristo de la Quebrada.
Maravillosos pueblitos perdidos entre montañas. Amo los paisajes serranos, exhalan paz, serenidad, belleza tranquila, visible a miradas sensibles y profundas, capaces de hacer visible lo aparentemente escondido. ¡Estamos viajando con vos mi querido Amigo!!! ¡Gracias por compartir!!!
ResponderEliminarno he salido de vaciones, gracias por los hermosos paisajes y las imagenes tan bellas!!!!
ResponderEliminarBellas postales de camino...de pueblos pequeños con escondidos tesoros.
ResponderEliminarPrecioso...!
Cariños, Ricky !