Llego a una oficina de informe de turismo para que me asesoren. Era a la siesta, el sol pegaba fuerte sobre mi cabeza pero mi sombrero boliviano me protegía.
Me informaron que cruzando el Bermejo podría observar cosas interesantes. Me dirijo hacía allí.
Para mi sorpresa, cuando llego al río, éste estaba crecido y no lo pude cruzar por donde ellos me indicaban.
Estaban desinformados, creo yo. Las lluvias de los días anteriores habían hecho de las suyas y cubrían un badén de tierra impidiendo el paso.
Por lo menos para mí, con mi auto bajito. Retraté el río y me llevaré el recuerdo que durante mi visita, tenía agua.
El auto rezongó un ratito patinando en la tierra blanda al dar la vuelta. Regresé a recorrer un poco el pueblo y, mientras lo hacía, comerme un rico helado como merienda.
Ricky!! tu post me gusta mucho, ese lugar y las fotografías wow! me inspiran a escribir una historia de misterio. Conducir con el auto por allí debe ser increíble!!. Saludotes amigo!!
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