Domingo 30 Enero de 2011
Encuentros de familias
Los Plocher tienen la vieja costumbre de no olvidar
Montecarlo. La familia Plocher lleva casi 90 años manteniendo viva la tradición familiar y desde hace cuatro años realizan un encuentro de todos los integrantes y descendientes de los cuatro hermanos llegados a Montecarlo en la década de 1920. Los encuentros se realizaron en 1990; 1992, 2003 y el cuarto, el 26 de diciembre de 2010. Participaron 130 personas, llegados de distintos rincones del país y aún desde Alemania donde otros familiares celebran los mismos encuentros. Las reuniones emprendidas en Montecarlo, se registran en un Libro de Actas y un momento emotivo durante la reciente tertulia, fue cuando uno de los familiares tocó la trompeta para recordar a todos los familiares. Con los encuentros la familia Plocher busca expresar un reconocimiento a sus progenitores, porque todos los recién llegados a estas tierras tuvieron que superar las mismas etapas de dificultades.
La historia comenzó en 1923 en Holzhausen, en Alemania, cuando dos hermanos (de 9) emigraron a la Argentina, Jacob y Karl. En 1926 se sumó Else y en 1930, Erhard Emmanuel.
Los cuatro llegaron solteros y tuvieron que trabajar novedosas, vencer y adaptarse al clima subtropical, y enfrentar enfermedades desconocidas. Todos se dedicaron a los duros trabajos de la chacra: machete, hacha y tronchadora fueron las primeras herramientas en sacarles callos al desmontar la selva misionera y crear los espacios para cultivar los distintos productos. Después, fue el turno de la azada para combatir los yuyos. El primer rancho precario fue techado con hojas de palmera, tenía paredes de tacuaras, después mejorado con maderas y tablillas. Las primeras plantaciones fueron de poroto, mandioca, maíz y zapallo. El tabaco arrimó recursos para comprar alambres para cercar el potrero. Adquirieron gallinas, una vaca lechera, una yunta de bueyes para arar, caballos para tirar el sulky-jardinera. En los años 50 llegó el primer tractor, la primera camioneta. Y vivían de la yerba y el citrus. Jacob se casó en 1927 con Anna Götz, y tuvo cinco hijos. Karl se casó en 1930 con Elsa Lidya Plocher, y tuvo seis hijos; Else se casó con Carlos Kimmich, y tuvo 9 hijos y Erhard se casó con Eldriede Sütterlin, y tuvieron siete hijos. El árbol ya tiene cientos de ramas que se convocan en Montecarlo cada año.
La historia comenzó en 1923 en Holzhausen, en Alemania, cuando dos hermanos (de 9) emigraron a la Argentina, Jacob y Karl. En 1926 se sumó Else y en 1930, Erhard Emmanuel.
Los cuatro llegaron solteros y tuvieron que trabajar novedosas, vencer y adaptarse al clima subtropical, y enfrentar enfermedades desconocidas. Todos se dedicaron a los duros trabajos de la chacra: machete, hacha y tronchadora fueron las primeras herramientas en sacarles callos al desmontar la selva misionera y crear los espacios para cultivar los distintos productos. Después, fue el turno de la azada para combatir los yuyos. El primer rancho precario fue techado con hojas de palmera, tenía paredes de tacuaras, después mejorado con maderas y tablillas. Las primeras plantaciones fueron de poroto, mandioca, maíz y zapallo. El tabaco arrimó recursos para comprar alambres para cercar el potrero. Adquirieron gallinas, una vaca lechera, una yunta de bueyes para arar, caballos para tirar el sulky-jardinera. En los años 50 llegó el primer tractor, la primera camioneta. Y vivían de la yerba y el citrus. Jacob se casó en 1927 con Anna Götz, y tuvo cinco hijos. Karl se casó en 1930 con Elsa Lidya Plocher, y tuvo seis hijos; Else se casó con Carlos Kimmich, y tuvo 9 hijos y Erhard se casó con Eldriede Sütterlin, y tuvieron siete hijos. El árbol ya tiene cientos de ramas que se convocan en Montecarlo cada año.