jueves, 6 de noviembre de 2025

Iglesia Virgen Niña en Villa Elisa

 


Iglesia Virgen Niña en Villa Elisa


Entre Ríos 


La iglesia católica Virgen Niña de Villa Elisa, provincia de Entre Ríos, Argentina, formalmente llamada parroquia Natividad de Nuestra Señora fue fundada en 1890 por Héctor de Elía, apenas fundada la colonia y motivados por sus necesidades espirituales, los inmigrantes que comenzaban a poblarla en su mayoría católicos, decidieron emprender la construcción de un templo.

A este fin en mayo de 1891 se constituye una comisión integrada por vecinos de la zona, para recolectar fondos. La mayoría de los colonos aportó a la comisión 10 fanegas de trigo cada uno. Esta donación se entregaba a la administración de la colonia para convertirla en efectivo. El dinero se acumuló lentamente hasta que D. Héctor de Elía dio el impulso definitivo en mayo de 1893, donando ciento veinte mil ladrillos y comprometiéndose a pagar en tierras al constructor de la obra Dn. Pedro Sala el costo de la mano de obra.

En 1897 se finaliza el primer templo que todavía se conserva detrás del templo actual y está en proceso de recuperación. Ha sido declarado edificio histórico por la Municipalidad de Villa Elisa.


Desde 1897 fue capellanía de Villa Elisa, después de dieciséis años de existencia fue creada parroquia, por un decreto de Monseñor Abel Bazán y Bustos, el 19 de junio de 1913. Al dejar de ser capellanía se convirtió en el centro de la vida espiritual de una enorme zona.


La nueva Iglesia de Villa Elisa comenzó a ser construida en el mes de octubre de 1936, ya que se demandaba un lugar más espacioso para albergar la cantidad de fieles que asistían a las misas y que aumentaba día a día. La idea y planos fueron realizados por el Pbro. Jorge Schroeder, sacerdote que estuvo durante años a cargo de la Iglesia de Villa Elisa, y le dio un impulso espiritual duradero a toda zona. Schroeder fallece ni bien comienza la obra en 1936 y su cuerpo se halla sepultado a un costado del altar mayor.

Después de muchos contratiempos y esperas, se habilita el edificio para oficiar misas en 1942.

En 1985 se construyó la torre, culminándose en el año 2000 con la colocación de las "torrecitas" en el extremo superior y la pintura exterior. El estilo de la Iglesia es Neogótico Alemán.

Las pinturas interiores son modernas y rememoran imágenes del cristianismo. Fueron realizadas por el artista plástico y pintor santafesino Andrés Mirwald.


TEXTO de 

domingo, 2 de noviembre de 2025

Los Látidos de una Noche de Verano

 


Una noche cálida se va apoderando de nuestros cuerpos...
agotados de tanto viaje...
una última caminata, antes de cenar...
las luces de la ciudad y de la estación de ferrocarril...
son nuestras guías


costeando las vías...
por una vereda muy cuidada e iluminada...
nos acercamos a la estación...
unos pocos transeúntes cruzamos...
un cordial saludo intercambiamos


Los faroles alineados
parecen estrellas al alcance de nuestras manos
los bichitos de luz parecen estrellas fugaces...
a lo lejos alguna Radio replica un Chamamé
que se entremezcla con el canto de algún grillo


las vías del ferrocarril y las luces parecen 
que generan 3 líneas 
que se pierden en el horizonte lejano
 y unirse en la profundidad de la noche
o quizá sea de alguna locomotora que viene acercándose...



Los galpones con sus puertas y ventanas cerradas
vaya a saber que misterio o historia 
encierran en ellos...
quizá algún romance travieso de una joven pareja
o alguna lechuza campanario 
anidando en la cumbrera de madera dura


viernes, 31 de octubre de 2025

Pánico en la Noche de Brujas

 


El miedo se apodera de mí...
a cada paso que doy...
pero avanzo a paso firme...
atento a cualquier sorpresa que se me cruce por el camino...
o por el cielo volando...


la noche se cierra sobre mi...
alguna rama de árbol me toca...
como si fuera una mano que me quisiera atacar...
y me envuelve...
me aprisiona , me sofoca...
mi cámara me acompaña, me protege...
es mi arma...



viejas construcciones...
posan frente a mi...
que se esconderá en ellas?
la historia, el pasado?
o un futuro preocupante?
No importa, eso no me detendrá...


la niebla, la oscuridad, una vergonzosa Luna Llena...
son el clima que debo retratar...
con los cuales debo convivir...
pero no es mi problema...
es lo que busco...
investigar, descubrir, crear...


el miedo se disipó...
en casa ya me encuentro...
mostrando mis vivencias...
las vivencias de sus habitantes habituales de la zona...
para ellos es Natural, es su forma de vida...
para mí también !!!!!!!!!!!!




domingo, 19 de octubre de 2025

El Chajá volando en la Escondida

 

Es un ave natural de la zona del Rio de la Plata.

Es una zancuda de color gris claro y cuello largo que es fácilmente domesticable.

Dicen que dicen... que en una comunidad guaraní, cuyo cacique de nombre Aguará había sido un hombre valiente, pero el trascurso de muchos veranos lo habían acercado a su invierno, sus cabellos se habían puesto blanco, su espalda encorvada y sus fuerzas decaían cada vez más.

Aguará siempre había deseado tener un hijo varón, pero Tupác no le había concedido ese deseo.

Sin embargo, su única hija Taca colmó todas sus expectativas, la joven era muy hermosa, de fuerte carácter y espectacular figura, su tez morena era fina tersa, sus cabellos largos y negros como una noche sin estrellas le caían sobre su espalda.

Ella tenía un genio enérgico y decidido que intercalaba con charlas dulces y amenas. Todos en la comunidad le admiraban y su padre habíale pedido ayuda para guiar la tribu y administrar con justeza.


   Todos respetaban las decisiones que Taca resolvía bondadosamente.

Ella manejaba el arco y la flecha con destreza, era capaz de enfrentarse a cualquier peligro, siempre que fuera en beneficio de sus congéneres a los que escuchaba con amor, pero cuando era necesario arengaba y dirigía con destreza y bravura.

Ella estaba profundamente enamorada de un valiente cazador, Ará Ñaró, quien la había adiestrado en el arte de la cacería, Taca había aprendido tanto que ningún peligro del monte le importaba.

Por esos días la vida transcurría sin sobresaltos, pero como todo en la vida tiene sorpresas la aparición de un feroz jaguar trajo la desgracia al pueblo.

   Sucedió que en una mañana antes que el sol trepara en el horizonte, Carumbé, Pindó y Petig se internaron en el monte en busca de miel de lechiguana, de improviso fueron atacados por un enorme jaguar.

Tan ensimismados en la recolección estaban, que no se apercibieron de la llegada del animal que de pronto saltó sobre Petig y del primer zarpazo cayó muerto. Carumbé y Pindó no tuvieron otra opción para salvar sus vidas.

Al enterarse los miembros de la comunidad, consternados reunieron al consejo de ancianos.

Los hombres sabios, ante semejante amenaza, decidieron emprender la búsqueda del felino para darle muerte.

El cacique y Taca aprobaron la determinación e instaron a los jóvenes guerreros a realizar tal empresa, pero con disgusto y sorpresa ellos comprobaron que tan solo un joven, al que llamaban Pira-u estaba dispuesto a enfrentar tal peligro.


   Así fue como el valiente guerrero, luego de prepararse partió al amanecer.

Todos tenían fe en Pira-u y esperaban que pronto regresara el joven con la piel del animal. Sin embargo, los días corrían y el muchacho no volvía.

Días más tarde tuvieron noticias, el joven había sido sorprendido por el animal y ya no regresaría.

Taca estaba enfurecida e inmensamente triste, con premura reunió a la aldea y los conminó a ir en busca del depredador, pero nadie quería enfrentarse a la fiera.

Ella gritando les hizo saber que estaba avergonzada de pertenecer a una tribu de cobardes.

-Todos saben que Ará-Ñaró aún no regresa de la cacería, pero si él estuviese aquí, dijo Taca-, -Él iría sin dudas en busca del jaguar, pero si nadie ha de hacerse cargo de la defensa de nuestro pueblo, lo haré yo misma-.

   Su padre se mostró orgulloso y lleno de admiración por su primogénita, pero se negó a que ella emprendiera semejante empresa.

El adujo que, si bien su hija era digna de sus antepasados, debido a su edad, él ya no podría gobernar a su comunidad y les habló de sus achaque y viejas heridas, sin embargo, Taca refutó a su padre diciéndole que los dioses la acompañarían y que alguien tenía que poner fin a los desmanes que atravesaba la tribu.

Aguará no tuvo palabras para convencer a su hija y ella comenzó los preparativos, saldría esa misma tarde, antes del anochecer.

Cuando estaba todo listo para partir algo inusitado sucedió. Ara-Ñaró había regresado trayendo consigo pieles, plumas y un sin número de animales, producto del esfuerzo, después de tantos días de caza.

Sin duda el grupo fue recibido con vivas y vítores, Aguará y Taca encabezaban el grupo custodiado por un grupo de ancianos.

 Ará Ñaró obsequió a su amada con distintos presentes, el más preciado una bella plumita de Caburé.

Cada cual volvió a su maloca pero Aguará, Taca y Ará Ñaró departieron de los peligros que amenazaban a la comunidad.

El joven cazador no podía creer que nadie fuera capaz de afrontar los azotes del jaguar.

Aguará le explicó que el motivo de tal atroz temor era que todos creían en un enviado de Añá, imposible de vencer.

Ará Ñaró tomó la decisión de acompañar a su amada.

Ni bien los primeros rayos de luz se abrieron en el cielo, ambos jóvenes partieron ante la mirada del anciano, los impulsaba la juventud y la esperanza.

Durante todo el trayecto Taca animaba a Ará Ñaró diciéndole -¡Yahá!, ¡Yahá!-.

Cerca de un ñandubay hallaron las inconfundibles huellas de la fiera.

Ará Ñaró le ordenó a Taca guarecerse detrás de los matorrales cerca de un añoso árbol y fue al encuentro del felino, pero el animal apareció de la nada y se abalanzó sobre el muchacho.

El animal era fuerte y sumamente feroz y por más que el joven lo enfrentaba valientemente la lucha era desigual.

Taca, espantada desde su precario escondite observaba como el jaguar desgarraba el cuerpo de su amado, ella dio un grito y se abalanzo sobre el animal, pero pronto fue desbastada por el felino.

Todo fue en vano, ambos sucumbieron en el intento, junto al jaguar.


   Muchos días pasaron sin noticias de los jóvenes y con el transcurrir de las lunas los dieron por muertos.

El anciano enfermó de tristeza y al poco tiempo dejó esta vida. Taca, Ará Ñaró y el jaguar pagaron con su vida el heroísmo, que los llevó a la lucha de enfrentarse entre sí.

Todos estaban tristes, la pérdida de seres queridos les había afectado mucho, pero ahora librados del cruel enemigo, debían darle una sentida despedida a Aguará.

Para ello prepararon una urna de barro y en ella depositaron el cuerpo del cacique, sus prendas y provisiones para el viaje.

Al llevar la urna al lugar de descanso, sobrevolaron sobre los restos una pareja de aves, hasta ese momento desconocida gritando: - ¡Yahá!, ¡Yahá!-.

Todos reconocieron en ellos  a Taca y a Ará Ñaró que habían venido a despedirse del anciano, porque después de haberle dado muerte al jaguar, Tupá los convirtió en los guardianes encargados de vigilar y avisar ante cualquier peligro.

 Desde ese entonces los Chajá cumpliendo los designios de Tupá, nos adviertes ante cualquier amenaza dando el grito de ¡Yahá!, ¡Yahá!. 


domingo, 12 de octubre de 2025

Feliz Aniversario : GLEW , 12 de Octubre

 


GLEW 

I HISTORIA En 1825 la Familia de Santiago Rodger, oriunda de Escocia, desembarca en Buenos Aires junto a 200 colonos del mismo origen y compra a doña María Martínez un predio de campo. Inician las actividades agrícola ganaderas en el establecimiento que llaman New Caledonian. Al morir Santiago Rodger el 1 de Abril de 1849 y años más tarde su esposa, Manuela Reyes, los herederos no llegan a un acuerdo y deciden vender la estancia. Después de un remate fallido en 1857; anulado por el juez a cargo del testamento, finalmente se subasta el 11 de mayo de 1858. Y, tras la puja entre Martin Nazar y Juan Glew, este último se hace acreedor de la propiedad por el valor de 261.000 pesos de moneda corriente. Juan Glew nace en 1820, emigra desde Inglaterra a Buenos Aires alrededor de 1825, junto a sus padres y su hermano mayor Williams. 


Era Hijo de Willims Glew y Fanny Earl, y de religión protestante. “New Caledonian” con el paso del ferrocarril y la estación en los terrenos de Juan Glew pasó a llamarse Glew y es una de las cuatro ciudades del Distrito con más de 140 años de historia. Allí se establecieron importantes plantaciones de frutales, especialmente de duraznos y de ciruelas, que no sólo proveían a la región, sino también a la metrópoli. Sus frutos eran conocidos por el tamaño, aroma y sabor, sólo comparables con los de Ministro Rivadavia. 


El poblado estaba compuesto por el casco de la estancia; que comprendía cinco piezas con techos de azotea y pisos de baldosas, rodeadas por un corredor con columnas y patio enladrillado. A unos metros distantes se encontraba una construcción para peones con tres piezas edificadas en barro con tejas francesas y pisos de baldosas. Había también un cuartillo de barro y tejas; un palomar; un galpón para los útiles de labranza; dos gallineros y una cochera. A un costado se encontraba el tradicional pozo con balde, sus puertas eran de madera de ñandubay. Distribuidos en el campo se encontraban cuatro puestos de colonos, llamados “El Tacuarembó”, “El Centinela", "Chuquisaca" y “El Ombú”. 


La documentación nos da noticia de los árboles y de los animales que poblaron aquella primitiva y vieja estancia en el año 1857: 16 caballos, 108 potros, 182 yeguarizos, 1524 lanares, 122 durazneros, 366 talas, varias acacias y varios sauces. II FORMACIÓN Y FUNDACIÓN DEL PUEBLO El lugar comenzó a conocerse como "Estancia de Juan Glew", que estaría ubicada en lo es actualmente la calle Avellaneda, con los cuatro puestos de colonos: El Centinela, Tacuarembó, Chuquisaca y El Ombú. El Camino Real, que en sus orígenes pasaba por Rivadavia, pasó a ser la Ruta 210 y el pueblo de San Vicente figuraba como zona rural. Juan Glew edifica en Avellaneda y Moreno, frente a la estación, el primer almacén de ramos generales y vende parte de las tierras al Ferrocarril del Sud; ante el escribano Francisco Castelloti y por un precio total de 8000 pesos. En marzo de 1865, donó además un terreno de su propiedad para las vías y la estación del Ferrocarril. El 6 de julio de 1880 fallece Juan Glew, en cuyo testamento figuraba como de estado civil soltero, con cinco herederos, sus hijos naturales: Carlos María, nacido el 11 de diciembre de 1863; Juan Roque, el 16 de agosto de 1866; Alfredo Miguel, el 29 de setiembre de 1869; Gregorio Jorge, el 16 de febrero de 1873 e Isabel Cayetana, el 7 de agosto de 1874; todos al cuidado de su suegra la Sra. Polonia Ramírez hija de Isabel Ulloa. Los bienes establecidos eran campos en Almirante Brown y en Magdalena y varias propiedades en Buenos Aires. Al ser menores de edad, se nombra tutor al Sr. Julián Rosquellas. En el caso de las tierras de Almirante Brown, son adjudicadas a sus hijos Carlos, Juan y Alfredo, y el tutor decide alquilarlas a Antonio Cambaceres, vendiéndole además el ganado. 


El alquiler se pactó por 5 años, hasta alcanzar los herederos la mayoría de edad. Una parte del campo dio origen a la primera formación del pueblo, hoy llamado "Pueblo Viejo" y comprendido entre las vías del Ferrocarril y del Camino General a la Capital Federal (Ruta Provincial 210). Esta fracción de terreno apareció con el nombre de "Pueblo de Cambaceres" después del fallecimiento del legislador Antonio Cambaceres, vinculado al lugar por su establecimiento de campo, próximo al pueblo. Es probable que, en homenaje al legislador, los martilleros hayan denominado con su nombre los terrenos que lotearon. La vieja estancia fue alcanzada por el progreso con la entrada de las vías del ferrocarril y se fue dividiendo en las parcelas que dieron origen al pueblo. Sus descendientes dividieron el campo heredado y se adjudicaron distintas fracciones. Los señores Pedro Pico y José María Blanco dispusieron el loteo y la subasta pública que se llevó a cabo en 1888. Al transcurrir los años, la estancia de Juan Glew se fue transformando en un conjunto de chacras y tambos, gracias al trabajo de esforzados hombres afincados en el lugar, como Don Jacinto Calvo. Años después, los terrenos ubicados al este de las vías del tren, dieron origen al llamado "Pueblo Nuevo de Glew". 

El nuevo pueblo creció poco a poco, también la parte comercial, aumentó la población y con ello la necesidad de fundar escuelas. Domingo F. Sarmiento firmó el edicto para la fundación de la Escuela Nº 4 en Ministro Rivadavia, y en 1905, se trasladó a Glew. Comienzan a construirse las primeras casonas, entre ellas la que pertenece a la familia Calvo, iniciadores de la construcción de un templo, que data de 1890, ya en el año 1905 el pueblo cuenta con una Capilla. Los inmigrantes europeos, que luego de la Primera Guerra Mundial se asientan en los fondos del Pueblo Nuevo, conforman la inmensa colonia alemana, que mantuvo e incrementó las plantaciones de árboles que caracterizan la zona. En los años 60 llega otra corriente migratoria: la comunidad japoneses se asientan en los fondos de Glew lindando con el partido de San Vicente. El domingo 5 de febrero de 1956, en una Asamblea popular en la Sociedad de Fomento de Glew se conformó la Comisión Pro Pavimentación, integrada por los vecinos Sudrot, Garmendia, Ruffet, Schile, Delgado y Bellotti; representantes de los frentistas de la calle Andrade, y de López y Planes: Lamberti, Gutiérrez, Obligado y Alberti respectivamente. La calle Moreno nombró un delegado a posteriori. En 1975 el antiguo pueblo pasa a ser declarado ciudad del Partido de Almirante Brown. Entre esos núcleos de población en "las afueras" del Viejo y Nuevo Pueblo, se construyen barrios con distintas denominaciones, tales como: Gorriti, Las Calandrias, Los Altos, Villa París, Parque Roma, Los Álamos, Parque Ipona, Los Pinos, La Reforma, Almafuerte, Kanmar, Gendarmería, Villa Amancay, Barrio Parque El Progreso.


III PRIMEROS POBLADORES Las chacras de Glew tenían como propietarios, entre otros a las familias Leyes, Correa, Bustamante, Cambaceres, la familia Rodgers, y podríamos recordar entre aquellos uno de los primeros pobladores del pueblo Amadeo Poggio; Pedro Díaz; Luis Cacosa; Alfredo Roggero; Domingo Tagliaferro; Aurelio Amoedo, a quienes se le debe el primer pavimento del pueblo.


IV EVOLUCIÓN Y CRECIMIENTO Desaparecido Juan Glew, la vieja estancia fue alcanzada por el progreso con la entrada de las vías del ferrocarril y se fue dividiendo en parcelas que dieron origen al pueblo. Dividieron el campo heredado y se adjudicaron distintas fracciones. La parte del campo dio origen a la primera formación del pueblo, hoy llamado “Pueblo Viejo” comprendido entre las vías del ferrocarril y del camino general a la Capital (Ruta 210). Esta fracción de terreno aparece con el nombre de “Pueblo de Cambaceres”. Con los años se transformó en un conjunto de chacras y tambos, Jacinto Calvo fue uno de los hombres trabajadores y afincados. Surge el "Pueblo Nuevo de Glew", que son los terrenos ubicados al este de las vías del ferrocarril va creciendo poco a poco y también el centro comercial, aumenta la población. En 1905 se traslada la Escuela N° 4 de Ministro Rivadavia a Glew. Se construyen las primeras casonas. También en 1905 ya tiene la Capilla, que fue una construcción de un templo que había comenzado en 1890 Se formó una inmensa colonia alemana de la que hoy tenemos algo muy preciado: el puro oxígeno obtenido a través de los muchos árboles que caracterizan la zona por ellos elegida. Después de la Primera Guerra Mundial en 1960, llegan inmigrantes Japoneses a los fondos del pueblo nuevo lindando con San Vicente. En 1975 se lo declara ciudad del Partido de Almirante Brown, en las afueras del viejo y nuevo pueblo, se construyen barrios con distintas denominaciones, tales como Gorriti, Las Calandrias, Los Altos, Villa París, Parque Roma, Los Álamos, Parque Ipona, Los Pinos, La Reforma, Almafuerte, Kanmar, Gendarmería, Villa Amancay, Barrio Parque El Progreso, Etc. V LA ESTACIÓN DE TREN Y LA RELACIÓN CON EL PUEBLO El día 18 de marzo del año 1865 Don Juan Glew vendió a don Enrique Applin Green, "para él o a quien represente" una fracción de terreno para la vía y la estación del Ferrocarril Sud. Los trabajos del Ferrocarril Sud, que se habían iniciado el año anterior, alcanzaron el fin de la primera etapa que fue inaugurada oficialmente. Es así que en la mañana del 14 de agosto de 1865, a las 10.05 para ser exactos, se detenía el primer tren en Glew. Las tierras que ocuparon las vías del Ferrocarril Sud, cruzaron de norte a sur la vieja estancia de Juan Glew; y la Estación lleva su nombre hasta nuestros días.


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