miércoles, 26 de agosto de 2015

La Bienvenida


El aguacero que vivimos en Buenos Aires, primera semana de agosto, me la cargué en el baúl del auto y me la llevé de viaje a Misiones.

Horas y horas, manejando bajo la lluvia, hasta llegar a Cuatro Bocas, en la provincia de Corrientes. Harto de manejar mirando el limpiaparabrisas, decido ponerme a dormir y esperar mejor suerte al despertarme. 

Faltaba casi la mitad del recorrido y deseaba amanecer con un hermoso amanecer para mi cámara. Nada de ello, al principio nublado, todo el trayecto en las rutas correntinas. Al empezar a elevar altura sobre el nivel del mar. Las nubes planchadas sobre los cerros misioneros. Se producía un efecto, que era una mezcla entre un pequeña garua y neblina. 
El limpia parabrisas seguía siendo mi compañía, parecía un proyector de diapositivas, con cada paso limpiaba la imágenes que se me venían frente a mí y me posicionaba una nueva escena frente a mis ojos.

Saben bien ustedes, fanático de la niebla, estaba a mis anchas. No debía perderme ninguna escena, todas eran un deleite para los sentidos y hacer volar mis fantasías. Solo, tener el mayor de los cuidados al manejar.





Cada subida parecía ingresar en una nube, cada bajada era descender a la tierra.

Plantaciones de té a ambos lados de los caminos se acercaban. 

Nunca los había fotografiado de esa manera. 

El próximo capítulo lo compartiré, acompáñenme en este nuevo viaje.